Prisioneros de Guantánamo reinterpretaron la huelga de hambre

Gustavo Sierra.
gsierra@clarin.com
Cuando entra en su quinto año de existencia el campo de prisioneros de Guantánamo, Amnistía Internacional dio a conocer una investigación que desnuda las atrocidades que se siguen cometiendo allí, particularmente con los que decidieron declararse en huelga de hambre para que se reconozcan sus derechos jurídicos. En la base naval estadounidense enclavada en la isla de Cuba permanecen en un limbo legal unos 500 prisioneros de alrededor de 35 nacionalidades (el número preciso es un secreto) apresados en la Guerra Antiterrorista y clasificados por Washington como «combatientes enemigos».
De acuerdo al testimonio de algunos pocos abogados que lograron tomar contacto con los prisioneros, a los huelguistas se los mantiene atados y se les introduce por la fuerza una sonda para ser alimentados por esa vía. «Las sondas las ponen y las sacan los propios soldados. Cuando me vieron que sangraba profusamente a causa del tirón brutal que me dieron, se rieron y dijeron: ‘eso es lo que te provoca tu religión'», es el testimonio de Yousuf al-Sheri, un prisionero de origen saudita.
De acuerdo al Pentágono, la huelga de hambre comenzó alrededor del cuarto aniversario del atentado contra las Torres Gemelas, el 11 de septiembre de 2005. Pocos días después había 131 prisioneros en huelga. En diciembre, otros 46 hombres los acompañaron. Todos ellos habrían sido obligados a recibir alimentos por sondas y con métodos como el descripto. Un método que fue calificado por Amnistía como «cruel, inhumano y degradante», los mismos términos usados para definir la tortura.
En el informe también se menciona el particular modo de interpretar en Guantánamo lo que es una «huelga de hambre». Nadie está en rebeldía sino hasta llegar al quinto día sin comer (después de nueve comidas no ingeridas). Y hay decenas de prisioneros que comen una vez cada cinco días pero oficialmente no entran entre las estadísticas de los huelguistas.

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