Riqueza fácil de la droga seduce a jóvenes mexicanos

Rosa María Méndez Fierros y Mónica Perla Hernández
El Universal
Martes 01 de agosto de 2006
La ambición desmedida de poder y dinero ha llevado a cientos de jóvenes a reclutarse con las bandas del narcotráfico para buscar tener su propia «célula» o convertirse lo más pronto posible en un «capo», aunque para ello tengan que «eliminar» a familiares que, en algunos casos, fueron los que les adiestraron para sobrevivir dentro del crimen organizado.
«Ahora los jóvenes dicen querer hacerse políticos, irse a trabajar a Estados Unidos o meterse al narcotráfico para tener dinero y poder», considera Luis García, coordinador de la Facultad de Criminología de la Universidad Autónoma de Nuevo León.
«Las bandas que reclutan a los jóvenes los seducen con la idea de que formarán parte de una élite que les dará poder y dinero», añadió.
Las nuevas generaciones han sido formadas en un ambiente de intensa competencia, en el cual para alcanzar el éxito se debe pasar por encima de muchos compañeros, advierte Salvador Hernández, integrante del Colegio de Sociólogos de Nuevo León.
Mencionó que muchos de los jóvenes de la frontera primero intentaron ganar dinero de manera honesta trabajando en maquilas y en el comercio de la región, los cuales abandonan inmediatamente por los bajos salarios que perciben.
Destacó que por ello los integrantes de pandillas minimizan los riesgos de meterse en las bandas de sicarios que están creando los cárteles de las drogas.
En Baja California «hay un fenómeno en el que los padres preparan a sus hijos como delincuentes debido a que ellos también lo fueron y no tienen otra forma de vivir», asegura Vicente Valenzuela, responsable del Programa de Alianza Ciudadana de Seguridad Pública de Mexicali.
La investigadora Paola Ovalle, quien realiza un estudio sobre aprendizaje de la violencia en una colonia popular al oriente de la ciudad de Mexicali, Baja California, reveló que los padres enseñan a sus hijos para que logren sobrevivir en el terreno de la delincuencia organizada.
La lucha por el poder
Mientras que en Durango, específicamente en el municipio de Tamazula, el interés de la juventud por convertirse en «capo» de la droga es una constante, ya que según reportes de autoridades de la región, los jóvenes se inician en el mundo del narcotráfico desde los 16 años y a los 26 ya quieren sustituir a sus padres o tíos en el control de su territorio.
Tamazula es la zona de Durango donde se han dado la mayoría de los asesinatos por la disputa del territorio para el tránsito y cultivo de drogas, entre los principales cárteles de las drogas.
Fuentes policiacas consultadas aseguran que en esa región del estado «se ha perdido el respeto en las familias. Hace 15 años sólo la gente mayor y con cierto poder era la que contactaba a los narcotraficantes. Ahora ya cualquiera puede negociar con ellos o trabajar para ellos. Los jóvenes ya no respetan y ya drogados han llegado a matar a sus padres».
Grandes riesgos
Cada vez son más los riesgos a los que se enfrentan las personas que ingresan al crimen organizado, ya que no sólo se enfrentan con las autoridades policiacas, también hay una terrible lucha entre los mismos criminales, aseguró el procurador de Justicia de Baja California, Antonio Martínez.
Las personas que ingresan a este tipo de actividades se exponen cada vez más a ser víctimas de los terribles asesinatos con que ahora ajustan sus cuentas los criminales, advirtió.
Para el investigador social especialista en temas de inseguridad pública, David Fuentes, una de los fenómenos que debe poner en alerta a la sociedad es que la mayoría de las personas que son ejecutadas no rebasan los 35 años de edad.
Fracasan políticas sociales
El fracaso del Estado desde los ámbitos cultural, económico y educativo han provocado que cada vez más jóvenes incursionen en actividades criminales sin que el riesgo que les representa desaliente su participación.
Guillermo Alonso Meneses, investigador de El Colegio de la Frontera Norte (Colef), advierte que la manifestación más dolorosa es que a los jóvenes no les importa secuestrar o matar si esto implica dinero, sobre todo si se trata de aquéllos que vivieron en la marginación y que no tienen una posibilidad mejor de obtener recursos económicos.
Al explicar la incursión juvenil en el crimen organizado, fenómeno que se manifiesta en la alta estadística de jóvenes ejecutados o detenidos por delitos graves, Alonso Meneses dijo que puede tener como explicación que la mayor parte de ellos crecieron en ambientes de bajo nivel socieconómico y escasa educación.
El investigador del Colef aclaró que no obstante la responsabilidad de las autoridades en sus diferentes niveles, también la sociedad tiene parte de culpa, desde el ámbito familiar hasta el magisterio que ha fallado como vínculo con el Estado.
En general, dijo el especialista, es una espiral que lleva de una falla a otra, pero quienes cargan con mayor responsabilidad son los gobiernos que desde hace décadas y con sus políticas erróneas permitieron que la situación se deteriorara cada vez más. Con información de Juan Cedillo y Julieta Martínez, corresponsales)

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