Uribe planteó el dilema entre seguridad y paz

En discurso de posesión, Uribe manifestó su dilema: ¿Seguridad o paz?
Foto: AFP
El presidente Álvaro Uribe, tras realizar el juramento, acompañado por su esposa y sus dos hijos.
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No hay duda. Eso fue lo nuevo y lo sustancial de su discurso de posesión para su segundo mandato constitucional (2006-2010).
Cualquier analista que quiera adentrarse a partir de hoy en el análisis del papel de Uribe en la búsqueda de la paz tendrá que pasar, inevitablemente, por esta afirmación.
Aunque sea para negarlo, Uribe habló de «miedo». De «miedo» a perder lo que ha obtenido en seguridad por ir en busca de la paz.
Claro que a renglón seguido aclaró: «Hemos vinculado todas nuestras energías, con severidad, al rescate de la seguridad. No dudaremos en engregarlas, con generosidad, a la paz».
Hechos irreversibles de paz
El Presidente puso una condición: «Los hechos irreversibles de reconciliación deben ser el enlace entre seguridad y paz», dijo.
Uribe introdujo en esta parte de su discurso un párrafo nuevo, muy a última hora, en el que señaló un camino que estaría dispuesto a seguir: el de España.
Recalcó el hecho de que el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero haya resuelto iniciar negociaciones de paz con el grupo terrorista ETA, pero porque «en los últimos 3 años no se han presentado asesinatos imputables a la organización que empieza a ser interlocutora de voceros oficiales».
Con esto Uribe no quiso decir otra cosa que está dispuesto a iniciar la búsqueda de una paz negociada, siempre y cuando se deje de asesina. Contrario al modelo ensayado por los presidentes Ernesto Samper (1994-1998) y Andrés Pastrana (1998-2002) de «negociar en medio del fuego».
«En medio de la violencia, el diálogo se desgasta y la búsqueda de la paz desmotiva la tarea de la institución armada», explicó el Presidente.
El recorrido por el discurso necesariamente conduce a descubrir, en el tema de la paz y de la seguridad (o la guerra), un juego de ‘aceleradas y frenadas’ que configuran el dilema que da vueltas en la cabeza: ¿Seguridad o paz?
Si bien parece aproximarse al tema de la paz con mayor disposición no hay una decisión contundente. No planteó caminos nuevos. Se declaró, de nuevo, a la espera de hechos de la contraparte para avanzar.
A lo mínimo que Uribe ha llegado para avanzar en sus negociaciones de paz con el Eln y los paramilitares -así no se haya cumplido siempre ese requisito- es a un cese de hostilidades.
Las Farc, que es hacia donde estaría dirigido su nuevo intento de negociación política, se han negado de manera sistemática a aceptar esa solicitud. Ni siquiera con Pastrana, que fue con quien más ha habido entendimiento, llegaron tan lejos.
El Estado de Uribe
El segundo tema en importancia al que Uribe dedicó tiempo y argumentos en su discurso de posesión fue el del Estado que él sueña.
En este punto no hay muchos elementos nuevos. La base de su disertación es el modelo de Estado Comunitario que puso en marcha desde cuando era gobernador de Antioquia (1995-1997) y sobre el que ha trabajado desde que llegó a la Presidencia en el 2002.
Ese Estado, según Uribe, se basa en «la participación ciudadana en la toma de decisiones públicas, su ejecución y supervisión». Su escenario ideal parece ser el de los consejos comunales, donde los voceros de las comunidades y el Presidente, en compañía de las autoridades locales, toman decisiones sobre la marcha del Gobierno.
Ese modelo también se materializa, según él, cuando se convierte en «promotor del crecimiento económico», de manera subsidiaria, llenando los vacíos que deja el empresario privado, pero retirándose cuando llega este.
El Estado Comunitario es, según Uribe, aquel que genera «confianza», que impulsa el crecimiento «sin abandonar la superación de la pobreza a la suerte del mercado».
A través de ese modelo de Estado Comunitario que parece estar todavía en gestación, pues en ningún otro país ha sido entronizado con la fuerza de aquí, Uribe pretende ubicarse en el centro del espectro ideológico de izquierdas y derechas.

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