Pérdidas millonarias tuvieron aerolíneas por complot terrorista en Londres

THE ECONOMIST
Aunque un poco indecorosas, las disputas y amenazas de demandas entre las aerolíneas y la BAA, el mayor operador de aeropuertos de Reino Unido, fueron extrañamente reconfortantes.
Pese a que había pasado menos de una semana desde que la policía británica dijo que había frustrado un plan para explotar hasta diez aviones de pasajeros en vuelos desde el Reino Unido hasta Estados Unidos, las líneas aéreas y la BAA estaban discutiendo nuevamente en el terreno familiar de la eficiencia, el servicio y las tarifas. Casi olvidado en medio de la frustración por los largos retrasos para los pasajeros y las recriminaciones por las cancelaciones de vuelos en Heathrow, el aeropuerto con más actividad de Europa, se encontraba el hecho de que se había evitado una calamidad por escaso margen.
Aunque los detalles del presunto complot para colocar bombas en aviones siguen siendo vagos, parece haber sido producto de una colaboración entre musulmanes nacidos en Reino Unido y militantes en Pakistán y Afganistán.
Las investigaciones continúan en partes de Londres, en Birmingham y en High Wycombe, una población ubicada cerca de la capital y más conocida por su extraña costumbre de pesar en público a su alcalde que como un nido de políticos radicales.
El riesgo inmediato de un ataque parece estar disminuyendo: El 14 de agosto, el Centro Conjunto de Análisis del Terrorismo (JTAC) redujo el nivel de alerta del país de «crítico» (que significa que un ataque es inminente) a «severo» (un ataque sigue siendo «altamente probable»). Pero la policía efectúa actualmente unas 70 investigaciones contra el terrorismo en Reino Unido, 24 de ellas en torno a «importantes conspiraciones», de acuerdo con John Reid, ministro del Interior.
Cuatro «complots terroristas considerables» han sido frustrados en Londres desde los atentados de julio de 2005, declaró Reid.
Los arrestos fueron vistos en gran medida como una reivindicación de los esfuerzos de los servicios de seguridad británicos. Pero también plantean perturbadoras interrogantes para los viajes aéreos.
En primer lugar, pese a mejoras muy visibles en la seguridad en los aeropuertos, incluido el Heathrow (el cual, según los expertos, es uno de los mejor protegidos fuera de Israel), los arrestos muestran que los terroristas continúan obsesionados con la idea de atacar aviones de pasajeros.
Segundo, a pesar de que se han invertido millones de dólares en la protección de los aeropuertos _unos $5,6 millardos en todo el mundo, o cerca de $2,5 por cada pasajero que viajó en 2005_, la mecánica no ha cambiado mucho. Aún hay debilidades evidentes, entre las que destaca el hecho de que los scanners actualmente en uso no pueden detectar explosivos líquidos.
En respuesta, a los aeropuertos les ordenaron establecer niveles de seguridad sin precedentes. Al principio, a los pasajeros que partían por el aeropuerto Heathrow les permitían subir a bordo sólo los elementos más esenciales, y todos eran sometidos a revisiones corporales. Desde entonces, las restricciones han sido parcialmente disminuidas, pero el equipaje de mano se limita actualmente a un pequeño bolso, y la mayoría de los líquidos y sustancias gelatinosas continúan prohibidas.
Uno de cada dos pasajeros es revisado, lo que ha provocado extensas filas, largos retrasos y un número impresionante de cancelaciones de vuelos. British Airways, el mayor usuario de Heathrow, ha cancelado más de 1.100 vuelos.
Además, entregar 20.000 maletas que se extraviaron pudiera tomar semanas. Pero los pasajeros son obstinados, y en general se recuperan después de experimentar temores por la seguridad.
Aunque los ataques del 11 de septiembre de 2001 causaron una drástica baja en los viajes a escala mundial, la demanda se recuperó rápidamente. Esto se vio estimulado por reducciones de precios. Llenar los aviones es una cosa; lograr que ello sea rentable es otra.
La interrupción de este mes probablemente recorte unos 95 millones de dólares de las ganancias anuales de British Airways, señala Andrew Fitchie, analista de Collins Stewart, una firma de corretaje de acciones.
EasyJet, una aerolínea británica de bajo costo, probablemente perdió cerca de 19 millones de dólares. Pero también pudiera haber impactos a largo plazo.
Pese a la buena respuesta de los pasajeros, varios estudios en EEUU han mostrado que están menos dispuestos a viajar cuando las medidas de seguridad aumentan el tiempo y las molestias del viaje. Inspecciones adicionales del equipaje en los vuelos nacionales en Estados Unidos durante 2002 probablemente redujeron la demanda en 6%, indica Vrinda Kadiyali, profesor de la Cornell University; la demanda de vuelos de distancias cortas bajó 16%, toda vez que los pasajeros optaban por viajar en auto.
Los pasajeros de Eurostar, que opera trenes entre Londres y tierra firme europea, aumentaron 27% en los cuatro primeros días después que se incrementaron las medidas de seguridad en los aeropuertos.
Las aerolíneas de bajo costo pudieran ser las más afectadas. Ryanair, de Irlanda, recientemente estableció un nuevo pago para los pasajeros que registren equipaje. La principal razón es que ello le ayuda a dejar los aviones listos para despegar de nuevo en 25 minutos. Un tiempo corto para despegar de nuevo le permite a Ryanair mantener sus aviones en el aire unas 12 horas diarias, en comparación con las ocho horas diarias que alcanza British Airways, señala Fitchie.
Obligar a los pasajeros a registrar una mayor cantidad de maletas parece ser probablemente una característica permanente en Reino Unido. Lo anterior provocará que aumente el tiempo antes de que los aviones despeguen de nuevo. Esto, a su vez, causará efectos devastadores que podrían significar una gran diferencia en el nivel general de rentabilidad de las aerolíneas de bajo costo, que operan con márgenes minúsculos. EasyJet, por ejemplo, genera al año menos de 72 dólares por puesto en ingresos. Sus costos por cada puesto promediaron casi 70 dólares en el primer semestre.
No sorprende, entonces, que Michael O’Leary, presidente irlandés de Ryanair, haya comenzado a defender la causa británica: «Mantengamos a Reino Unido volando», y que Willie Walsh, presidente de British Airways, acuse al aeropuerto Heathrow de no tener previstas tales emergencias. Pero el próximo mes, mientras ambos hombres respondan a consultas sobre las tarifas que Heathrow pueda cobrar a partir de 2008, es poco probable que repitan sus exigencias de personal adicional, mayor capacidad y mejores planes de contingencia. Esto significa que los pasajeros probablemente podrán esperar más retrasos, filas y cancelaciones exasperantes en su próximo vuelo.
Traducción: José Peralta

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