Associated Press
TEGUCIGALPA
Cuatro sicarios acribillaron a tiros al presunto médico cubano Yorlexis Cordero Guerrero y a dos hombres más en un taller de pintura de carros en la capital hondureña.
»Los pistoleros eran pandilleros o mareros vinculados a las bandas de robacarros que operan en el país», dijo ayer en rueda de prensa el vocero policial, comisario Carlos Gálvez.
Cordero, de 25 años, murió el domingo junto a los hondureños Julio César Hernández, de 21, y Angel Rivera, de 19.
»Los asesinos perseguían en automóvil al cubano, a quien acompañaba Hernández… y él se introdujo al taller para cambiar de vehículo en un intento por burlarlos. Eso hacía, cuando los mareros entraron al lugar y los acribillaron a ambos», dijo Gálvez.
Rivera era empleado del taller y fue alcanzado por las balas.
El negocio está situado en un peligroso barrio de la zona oeste de Tegucigalpa, donde viven numerosos mareros.
Gálvez aseguró que «sin lugar a dudas, este crimen fue hecho por encargo».
El embajador de Cuba en Tegucigalpa, Alberto González, dijo que «ignoro si el hombre asesinado era médico o cubano porque su nombre no aparece en nuestros registros oficiales».
Aclaró, sin embargo, que «los registros de la embajada no son completos porque en ellos se anotan de manera voluntaria los cubanos que ingresan a Honduras».
Para González, Cordero «podría haber llegado a Honduras sin formar parte de nuestras brigadas (de salud) y de manera ilegal».
Unos 200 médicos y enfermeras permanecen aquí desde 1998 luego que el huracán Mitch devastó a Honduras.
En 18 meses Honduras ha recibido casi 600 inmigrantes sin documentos de Cuba, cuya mayoría se ha ido a Estados Unidos. Han arribado en pequeñas embarcaciones.
El gobierno les extiende un permiso temporal de estadía por 15 ó 30 días, que gradualmente amplía. La mayoría de los inmigrantes se va a Miamiantes de vencerse el plazo, donde ellos tienen familiares y amigos.