Por Andrea Peña
“La probabilidad que no sea el cuerpo de Carlos Castaño es una entre mil millones”, dijo este lunes el fiscal general, Mario Iguarán, al confirmar que la prueba de ADN que se realizó el fin de semana a uno de los hijos del ex líder paramilitar encaja perfecto con la muestra encontrada en los restos óseos que una comisión halló el pasado viernes en una fosa común del municipio de Valencia, en el departamento de Córdoba.
Con la noticia se acabó, por fin, uno de los grandes misterios de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), en particular; y de la historia de la violencia de Colombia, en general. Carlos Castaño no está en Israel, ni vive escondido en Estados Unidos, ni está muerto de risa en una isla remota con su desaparecido hermano Fidel, como señalaba el imaginario popular. El temido jefe paramilitar, acusado de una larga lista de masacres y asesinatos de personajes de la vida nacional, fue asesinado hace aproximadamente dos años. Según una prueba técnica, una bala 9mm le atravesó el ojo izquierdo, salió por la parte posterior del cráneo y, seguramente, fue la que acabó con su vida.
“Esto no quiere decir que haya sido el único impacto que recibió su cuerpo. Posiblemente hubo disparos que atravesaron tejidos blandos, pero como estos ya no existen, no podemos establecer si hubo más descargas”, aseguró James Valencia, director de la división de Criminalística del CTI de la Fiscalía.
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Esta es la osamenta que se encontró en la vereda Guasimal, en el muncipio de Valencia, Córdoba. Los restos corresponden al cuerpo del ex líder paramilitar, Carlos Castaño Gil.
PUBLICIDAD Al lugar llegaron hace tres días luego de que Jesús Ignacio Roldán, conocido con el alias de ‘Monoleche’ y quien es el escolta de Vicente Castaño Gil, declarara ser el autor material del crimen y le contara a las autoridades dónde habían enterrado el cadáver en abril del 2004 por orden expresa de su jefe. (Ver “Soy el responsable de la muerte …”)
La investigación
Identificar plenamente el cadáver del ex jefe de las AUC fue relativamente fácil. A pesar de que no se tenía su carta dental, se le practicaron pruebas antropológicas, médicas y morfológicas para establecer si se trataba o no del paramilitar desaparecido. Pero el fin de semana, luego de extraer una muestra del ADN de un hijo suyo que vive en Amalfi (Antioquia), de donde son los Castaño Gil, se supo toda la verdad. “Se pudo establecer que hay una probabilidad del 99.9999.6365 por ciento de que es Carlos Castaño”, aclaró Iguarán.
Para realizar el trabajo se necesitaron dos personas en la exhumación. En el análisis trabajaron un médico, un odontólogo, un morfólogo, dos fotógrafos y un bacteriólogo que analizó el ADN. Ellos pudieron determinar que el cuerpo encontrado es el de un hombre de 47 años aproximadamente, de 1.69 metros de estatura, de raza mestiza (tipo caucasoide, como los colombianos) y que presenta dos fracturas antiguas, las mismas de las que hablaron los familiares de Castaño antes de encontrar el cuerpo. “Vale aclarar que la edad es un margen con el que trabajamos 10 años antes, o 10 después”, agregó Iguarán, pues este hombre, al momento de su desaparición, tenía 39 años. Hoy la osamenta espera en uno de los laboratorios de la Fiscalía en Bogotá a que alguno de sus familiares la reclame para darle sepultura.
Con este hallazgo se cierra una de las páginas más enigmáticas de las AUC, pero se abre una nueva para los responsables de este asesinato. ¿Vicente Castaño aparecerá para responsabilizarse de la muerte de su hermano? Es poco probable. Lo cierto es que ojalá, así como ‘Monoleche’ se atrevió a decir dónde estaban los restos de Carlos Castaño, el resto de paramilitares desmovilizados tengan sensatez para decir en qué rincón del país enterraron a sus víctimas.