Toque de queda en Bagdad para prevenir violencia

Condena a muerte en la horca a Saddam Hussein vuelve a dividir a Irak
Las autoridades iraquíes relajaron el lunes el toque de queda impuesto en Bagdad y en dos provincias del país para prevenir una escalada de violencia tras la condena a muerte de Saddam Hussein.
La comunidad chiita, oprimida durante el régimen del ex dictador, manifestó su júbilo por todo el país por una condena que había estado esperando durante largo tiempo.
Los sunitas, por el contrario, protestaron frente a lo que consideraron un complot, a la vez que auguraron días sombríos para los estadounidenses y sus aliados iraquíes.
El gobierno decidió por su parte suavizar el toque de queda antes de levantarlo por completo el martes a las 6:00 (3:00 GMT).
La medida, instaurada el domingo, afecta a Bagdad y dos provincias del norte de la capital: Diyala, escenario habitual de conflictos entre chiítas y sunitas, y Salaheddin, cuya capital, Tikrit, es el pueblo natal de Saddam Hussein.
El lunes, los peatones ya habían sido autorizados a transitar por las calles desde las 16:00 (13:00 GMT).
Saddam vuelve al banquillo
El ex presidente iraquí volverá a ocupar el banquillo de los acusados el martes, sindicado en otro juicio por «genocidio» contra la población kurda del norte del país durante la campaña Anfal, entre 1987 y 1988, que se saldó, según la acusación, con más de 180.000 muertos.
«íEs el fin de un dictador!», se regocijaba Saad Ali Hassun, de 40 años, en las calles de Samawa, ciudad chiíta al sur de Irak donde miles de personas manifestaron su alegría.
Pero en Hawija, ciudad sunita de 300.000 habitantes situada al norte de la capital iraquí, lo que exigen los pobladores es la liberación de Saddam Hussein.
«Seguiremos manifestándonos, no porque seamos sunitas, sino porque somos iraquíes. Nos gustaba la época en que gobernaba Saddam», afirmó Abdalá Zamar Hassan, un comerciante de 49 años, quien definió ese periodo como «estable y seguro».
La violencia no cesa
Un día después de la condena a Saddam y la víspera de las elecciones legislativas en Estados Unidos, marcadas por la guerra en Irak, las fuerzas estadounidenses sufrieron nuevas bajas en el país árabe.
Dos soldados murieron al estrellarse su helicóptero, lo que eleva a 2.832 el número de militares de Estados Unidos muertos en Irak desde marzo de 2003, según un balance de la agencia de noticias AFP basado en cifras del Pentágono.
Por otro lado, la organización Transparency International situó a Irak en el tercer lugar del ‘ranking’ mundial de países corruptos, en su informe de 2006 divulgado el lunes.
La condena al ex dictador
«¡Larga vida a Irak, larga vida a Irak!», repetía sin tregua Saddam Hussein en un vano intento de sofocar la voz del juez Rauf Rachid Abdel Rahman, que pronunciaba el esperado pero temido veredicto contra el ex dictador iraquí: la pena de muerte en la horca.
El ex presidente, de 69 años, ataviado como en anteriores comparecencias, con una camisa blanca y un traje de color oscuro, se mostró conmocionado por la sentencia, leída en la sede del Alto Tribunal Penal iraquí, en la fortificada Zona Verde de Bagdad.
Pero al antaño hombre fuerte de Irak parecía preocuparle más la perspectiva de ser ahorcado que la propia muerte. En julio, Saddam ya había comunicado su preferencia por ser fusilado.
«¡Alá es más grande que el ocupante!», clamó, mientras agitaba un ejemplar del Corán, antes de que cuatro guardias lo agarraran con fuerza para hacerlo salir de la sala de audiencias, con las manos atadas a la espalda.
Los agentes ya habían recurrido a la fuerza momentos antes para obligarlo a ponerse de pie, ya que el ex dictador se negó a levantarse tras la llegada del magistrado. «¡No me tuerzan los brazos, no me tuerzan los brazos!», protestó Saddam.
Un guardia fue expulsado de la sala por mofarse abiertamente del ex reo.
Saddam permaneció apenas unos minutos en la sala del tribunal, donde los ocho coacusados fueron llamados uno por uno para escuchar su veredicto por su papel en la matanza de 148 chiitas de la localidad de Dujail en los 80, en represalia por un atentado fallido en 1982 contra el entonces presidente.
Alegría y tristeza
Aunque el veredicto de ayer era casi una formalidad y casi todos lo daban por descontado, la condena a muerte de Hussein acentúa las divisiones entre confesiones en Irak. Una oleada de alegría inundó las regiones chiitas y kurdas de Irak, pero en las áreas sunitas, policías lloraron y residentes juraron venganza.
Filas de automóviles con flores plásticas recorrían la ciudad sagrada chiita de Nayaf, donde líderes de esa mayoría saludaron la sentencia a Saddam. Mientras tanto, chiitas en todo el país calificaron la sentencia cono una dulce venganza por 23 años de gobierno brutal de Saddam.
«Saddam está pagando el precio por asesinar a decenas de miles de iraquíes», dijo Abu Sinan, de 35 años, mientras él y sus vecinos desafiaban un toque de queda en las calles de Sadr City, el empobrecido barrio chiita de la capital. «Es una felicidad sin precedentes… Nada lo iguala: ningún festival, ni un matrimonio ni un nacimiento».
Pero la sentencia desató indignación en los barrios sunitas, donde el apoyo al antiguo régimen era grande.
Existen temores reales de que el país, envuelto en una guerra sectaria que deja un promedio superior a los 50 muertos diarios, entre en una guerra civil una vez sea levantado el toque de queda. Los disparos que se dejaron sentir en todo el país, tanto en celebración como en protesta, podrían ser un anticipo de esto.
«Este es un veredicto injusto y aunque Saddam sea ejecutado …seguirá siendo un símbolo y nadie puede borrarlo, ni el gobierno iraquí ni los estadounidenses», dijo Muhssin Ali Mohammed.
Apenas horas después del veredicto, personas no identificadas atacaron una caravana militar iraquí en el centro de Tikrit y estalló un tiroteo.
Los otros condenados
Dos de los más estrechos colaboradores del ex presidente también fueron condenados a la pena capital, mientras el ex vicepresidente iraquí Taha Yassin Ramadan fue sentenciado a cadena perpetua.
Los otros sentenciados a muerte en la horca son su hermanastro y ex jefe de servicios de inteligencia iraquíes, Barzan al Tikriti, y Awad Ahmed al Bandar, ex presidente del tribunal ilegal que ordenó la ejecución de los chiítas.
Tres ex responsables del partido Baas en Dujail fueron sentenciados a 15 años de prisión cada uno, y un cuarto responsable local fue absuelto.
Los estatutos del tribunal prevén un procedimiento automático de apelación en caso de condena a muerte o de cadena perpetua. De ahí que la ejecución de las sentencias podría aplazarse por semanas o incluso meses.
Unión Europea se opone a aplicación de sentencia
La presidencia finlandesa de la Unión Europea (UE) instó a Irak para no aplicar la pena de muerte decretada contra el ex dictador iraquí, en un comunicado difundido el domingo.
«La presidencia recuerda la posición de la U¿nión Europea contra la pena de muerte. La UE se opone a la pena capital en todos los casos y toda circunstancia, y llama a no aplicarla en este caso», dice el documento.
También recuerda que «en los últimos años ha condenado sistemáticamente las violaciones extremadamente graves de derechos humanos y de la ley humanitaria internacional cometidos por el régimen de Saddam Hussein».
Bagdad
Con información de Afp

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