Al conocerse la muerte del ex dictador chileno Augusto Pinochet, muchos lloraron, pero otros celebraron. El ex mandatario murió a los 91 años en el Hospital Militar de Santiago, luego de que el 3 de diciembre se le diagnosticara un infarto al miocardio, del cual no pudo recuperarse.
A las 2:15 pm del lunes 10 de diciembre fue declarado el deceso, luego de que el equipo médico aplicara todas las medidas necesarias de resucitación. El cuerpo de Pinochet fue trasladado a la Escuela Militar, donde fue velado por sus más allegados. Sus restos fueron cremados y entregados a sus familiares. Después de fallecido, el ex dictador recibió los honores que establece el reglamento del Ejército para los ex comandantes en jefe, tal como lo ratificó el portavoz gubernamental Ricardo Lagos Weber.
Luego de conocerse la noticia del fallecimiento, el subsecretario del Interior, Felipe Harboe, hizo un llamado a la calma dirigido a todo el pueblo chileno y confirmó que se llevaron a cabo incidentes menores que ocasionaron la detención de media docena de personas tanto en Santiago, como en Valparaíso.
Secuestro, homicidio y tortura
En noviembre, fuentes judiciales informaron que la Corte de Apelaciones de Santiago ratificó el procesamiento contra Pinochet por la presunta autoría en hechos de secuestros y torturas que se llevaron a cabo en el centro de detención de Villa Grimaldi desde su irrupción en el poder en el año 1973 hasta 1990. Sin embargo, el ex dictador no sólo fue procesado por violaciones de los derechos humanos, sino también por delitos económicos.
Era la primera vez que el general retirado lo procesaban por la aplicación de torturas, luego de que durante 17 años que estuvo en el poder pasaran por ese centro de detención unos cinco mil opositores al régimen. El 27 de octubre, Pinochet fue imputado por el juez Alejandro Solís por 34 secuestros, un homicidio y 23 delitos de tortura.
Sin pensarlo dos veces, el juez tomó esta decisión luego de haber rechazado una petición de los abogados del ex mandatario por concepto de incapacidad física y mental para afrontar un juicio. Tres días después, el general retirado quedó bajo arresto domiciliario por el mismo juez que anteriormente le había otorgado la libertad provisional.
No era mentira
La repentina recuperación que logró obtener Pinochet luego de su primer infarto, trajo a colación varios rumores que calificaban la enfermedad del ex mandatario de “montaje” y “show vergonzoso”, por parte de familiares de las víctimas. Sin embargo, la muerte de Pinochet desmiente entonces las afirmaciones de la Agrupación de Familiares de detenidos desaparecidos que desde hacía meses venían circulando en la prensa mundial. Incluso, antes de que se notificara una decisión judicial en su contra, ya había sido hospitalizado en varias ocasiones.
Reacciones internacionales
Inmediatamente confirmada la noticia de la muerte del ex mandatario, diferentes Gobiernos dieron a conocer sus reacciones. El portavoz de la Casa Blanca, Tony Fratto, afirmó que la dictadura de Pinochet “representó uno de los períodos más difíciles en la historia del país”.
Luiz Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil, declaró su esperanza de que “nunca más” el poder autoritario amenazara nuevamente las democracias de América Latina, mientras que Margaret Beckett, secretaria de relaciones exteriores de Gran Bretaña, rindió tributo al progreso democrático que ha logrado Chile en los últimos 15 años.
El secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, reiteró que la muerte del general retirado ocurrió justo en el momento en que las violaciones de derechos humanos cometidas durante su régimen, habían sido confirmadas. Sin embargo, el juez español Baltasar Garzón, quien intentó enjuiciar a Pinochet por genocidio, afirmó que las accione judiciales en contra de los acusados por crímenes de lesa humanidad “tienen que continuar”.