Trabajan para defender a acusados

Investigadores trabajan como en ‘CSI’ para defender a acusados de homicidios y abusos sexuales
Los investigadores privados han resuelto robos en empresas detectando las huellas. Van a la escena del crimen, entrevistan testigos, reconstruyen los hechos y recolectan pruebas, tal como lo hacen los funcionarios de la Fiscalía y de la Policía Judicial.
En una antigua oficina, en la mitad de un callejón del corazón de Bogotá, queda el centro de operaciones del Colegio Andino de Peritos e Investigadores Forenses.
En ese lugar, de donde sale música romántica de una vieja Silver, permanece en un escritorio, rodeado de 24 diplomas y un gran cuadro de Jesucristo, Martín Darío Jiménez, un abogado que trabajó 12 años en la Fiscalía, en donde empezó inspeccionando cadáveres mutilados que bajaban por el río Cauca.
Jiménez, de 39 años, es el director del grupo privado, que se encarga, desde el 2004, de trabajar casos de homicidios, robos y otros delitos, gracias a que el nuevo sistema penal acusatorio permite ahora a la defensa tener a sus propios investigadores.
Los ocho investigadores del grupo, entre los que se encuentran un psicólogo, un dactiloscopista, un fotógrafo y un experto en automotores, no cargan un arma al cinto, ni usan gabán. Al contrario, parecen ejecutivos, vestidos de saco y corbata.
«No hay que jugar a James Bond. La investigación es de análisis. Usted no se debe notar», advierte Jiménez, quien dice que si lo necesitan cuentan con ayuda, de unos 50 profesionales, como médicos legistas, grafólogos, antropólogos.
Su equipo principal es una maleta negra, donde guardan guantes, gorro y máscaras para no contaminar la escena; químicos para buscar huellas, una lámpara de luz violeta que detecta rastros de sangre, un diminuto microscopio, lupas y bolsas de embalaje para echar evidencias de diferentes tamaños.
Ya llevan 18 casos. Por una investigación cobran desde 5 millones de pesos, dependiendo de su complejidad. Los que más trabajan son homicidios y casos de abuso sexual.
«Si el acusado es culpable, desechamos el caso. Trabajamos casos en lo que se trate de algo fortuito o de legítima defensa», dice.
De robos y homicidios
El investigador, que lee novelas de Agatha Christie y ve los programas de investigaciones forenses de Discovery, recuerda que el primer caso fue el de un cliente al que acusaban de ser cómplice de una banda que se robó un cargamento de arroz y aceite porque estacionaron el vehículo en el que llevaban la mercancía en su parqueadero.
«Hicimos un video y un plano del lugar con Autocad y los presentamos en la audiencia. Metimos al juez en el lugar de los hechos y demostramos que nuestro cliente no tenía por qué saber lo que traía el carro. Lo dejaron libre».
Uno de los casos más complicados fue el de un hombre que se había divorciado y que era acusado de abusar sexualmente de su hijo. «Existía el antecedente de que su esposa tenía una enfermedad terminal y no quería que la herencia que le iba a dejar a su hijo la manejara su ex esposo».
Jiménez recuerda que al juicio llevaron fotos en las que se veían que desde el edificio vecino, donde vivía el acusado, no se podía ver a la habitación del niño, como decía la señora. Y presentaron la pijama del menor que, según Jiménez, fue sometida a la luz forense y en la que no se encontraron fluidos del acusado. «El juicio duró tres días y fue declarado no culpable».
El último caso
A veces lo buscan para otras cosas, como analizar la autenticidad de un documento o de una firma.
En una ocasión, el dueño de una empresa en Facatativá les pidió investigar un robo interno de unas láminas de hierro, que costaban 15 millones de pesos. Con sus químicos y plumillas, hallaron varias huellas y encontraron a los responsables. En otras ocasiones los han llamado para buscar a maridos infieles. «A veces hacemos eso también».
En estos días, los investigadores trabajan en el caso del dueño de unos taxis, que escuchó una noche una pelea y pensó que era un atraco e hizo dos disparos al aire. En el hecho, un conductor terminó herido en una pierna, en la que no hallaron la ojiva, y 35 días después murió en el hospital.
Jiménez fue con su equipo al sitio a la 1:15 de la madrugada, la misma hora en que ocurrieron los hechos, y reconstruyó la escena. Con un aparato láser simularon la trayectoria de los dos tiros que hizo su cliente, pero no le cuadran con la herida.
Piensan que el disparo que recibió la víctima fue muy bajo y si el tiro lo hubiera hecho el acusado, el segundo también le habría dado.
Ahora, sospechan que una tercera persona fue la que le disparó a la víctima y la están buscando.
LUIS ALBERTO MIÑO RUEDA
Subeditor de Reportajes

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *