Prueban tarjeta de identificación

Prueban identificación modelo para indocumentados en EEUU
12.000 extranjeros podrán residir y abrir cuentas sin temor en New Haven
NOELIA SASTRE
ESPECIAL PARA EL UNIVERSAL
New Haven, Estados Unidos.- Muy pocos de los inmigrantes latinoamericanos que el pasado viernes hacían cola en el Ayuntamiento de New Haven (Connecticut) se atrevían a dar su nombre o lugar de nacimiento.
«Soy de aquí», respondían mientras esperaban su turno para conseguir la tarjeta de identificación expedida por la ciudad de la Universidad de Yale, la primera ciudad del país que reparte carnets de identidad entre todos sus residentes, incluidos los 12.000 indocumentados (10% de la población) a los que les permitirá abrir una cuenta bancaria, perder el miedo a la policía, utilizar las playas gratis o denunciar abusos sin pensar en la deportación, esa palabra tan dura que les quita el sueño a los «sin papeles».
«Es que han estado sometidos a mucha presión», dice Fátima Rojas, colaboradora de Unidad Latina en Acción, recordando cómo los agentes de inmigración detuvieron a 31 indocumentados dos días después de aprobar la Elm City Resident Card.
«Fue muy duro. Se los llevaron delante de sus hijos», dijo.
Muchos creen que la redada fue una represalia en venganza por esta iniciativa.
Por eso el carnet tiene cierto sabor agridulce para los sin papeles, que aun así llegan de madrugada a las puertas del Ayuntamiento para conseguir el plástico con foto y chip por el que pagan 10 dólares.
Algo tan sencillo como un documento oficial con su nombre es una joya para los sin papeles en Estados Unidos. Y ahora los de New Haven son la envidia de todo el país.
Tan masiva ha sido la respuesta que el Ayuntamiento tardará entre dos y tres semanas en entregar las tarjetas.
Desde el pasado martes, primer día del programa, ya han repartido 150 carnets y recogido 1.000 solicitudes donde les preguntan nombre, fecha de nacimiento, dirección, si les interesaría obtener una tarjeta de débito en el futuro y si quieren información sobre servicios bancarios. Junto a la solicitud tienen que mostrar el pasaporte y dos recibos que certifiquen su domicilio en New Haven.
«He venido tres días pero todavía no he podido entregar mis documentos porque hay mucha gente», apunta Juan Sartillo, mexicano de 24 años.
«La Policía me para todo el tiempo por ser hispano. Ahora no tendré problemas», añade.
«Ningún ser humano es ilegal y con estos carnets nos sentiremos parte de la comunidad. ¿Quién les va a cocinar y a limpiar si nos echan?», apunta Fátima con su hija de cuatro meses en brazos.
Obviamente, no todo el mundo piensa como ella.
«Va a ser un cartel de bienvenida para los ilegales que nos roban los puestos de trabajo», subraya Bill Farrel, de la Organización Ciudadanos del Sur de Connecticut por la Reforma Migratoria.
Ese temido efecto llamada no es lo más importante para el hombre que dirige New Haven desde 1994, el alcalde demócrata John DeStefano.
«Quienes llevan consigo la ignorancia y los prejuicios siempre van a protestar. Es la historia de nuestro país. Nosotros lo hicimos porque Washington no ha hecho su trabajo. No creo que esto pueda funcionar a nivel federal ni sustituir una reforma migratoria más amplia. Lo que sí puedo asegurar, como ya está pasando, es que los ayuntamientos aprobarán sus propias leyes para afrontar el desafío de la inmigración ilegal en este país», afirma DeStefano desde su despacho, justo encima de la cola donde los inmigrantes esperan pacientemente tras un letrero que dice en español: «no estamos aceptando más aplicaciones hoy».
La aventura de la polémica cédula comenzó hace dos años, cuando grupos pro inmigrantes, estudiantes y el profesor de Derecho de Yale Michael Wishnie presentaron al alcalde y al jefe de policía (con un nombre tan latino como Francisco Ortiz) seis puntos para una «ciudad modelo».
De ellos adoptaron tres: el carnet de identidad, el acceso a las cuentas bancarias (de momento sólo se ha comprometido el Sovereign Bank) y un acuerdo verbal por el que la Policía no puede preguntar el estatus migratorio a menos que se trate de un sospechoso en un acto criminal.
«Animamos a todos los indocumentados a que paguen sus impuestos porque en algún momento va a haber una amnistía. ¿Qué hacemos? ¿Arrestar a toda esta gente? Ni nosotros podemos pararlo ni ellos se van a ir. Nuestra economía no podría sobrevivir sin estos trabajadores», sentencia el alcalde más valiente de la costa este.
En EEUU hay unos 12 millones de «sin papeles».

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