Urnas en rechazo al terrorismo

Pakistán acude a las urnas en rechazo al terrorismo
Legislativas de hoy están precedidas por una ola de ataques suicidas
FRANK LÓPEZ BALLESTEROS
EL UNIVERSAL
Las dinastías políticas suelen estar marcadas por las tragedias. El asesinato de la ex primera ministra de Pakistán Benazir Bhutto -hija del también asesinado ex premier Zulficar Alí Bhutto-, el pasado 27 de diciembre, recuerda el desgraciado curso de otras dinastías políticas a lo largo de la Historia, como Gandhi o Kennedy.
La muerte de Bhutto representó una pérdida valiosa para la lucha de Occidente contra el fundamentalismo islámico y el terrorismo. Las elecciones de hoy, a las que Bhutto debía acudir con su Partido Popular de Pakistán (PPP), y para las que era favorita, están precedidas por una ola de atentados que no aminoró la voluntad de los paquistaníes de seguir creyendo en la democracia.
Meses de ajetreo político y violencia militar han levantado las sospechas respecto a la estabilidad de uno de los mayores aliados de Estados Unidos en Medio Oriente. El presidente Pervez Musharraf cae en las encuestas de popularidad en momentos en que es acusado de alentar secretamente el terrorismo, conspirar para asesinar a Bhutto y perpetuarse en el poder.
Una encuesta del Instituto Internacional Republicano, con sede en Pakistán, demuestra que 75% de los paquistaníes quiere la renuncia del mandatario, mientras que sólo 12% aprueba su desempeño. Y es que esta figura militar dejó una estela de división en el país cuando arrestó y destituyó en noviembre pasado a los jueces opositores del Tribunal Supremo para poder así reelegirse presidente y, para blindarse más, decretó un estado de excepción que rechazaron Estados Unidos y Europa.
Sin embargo, lo que más debe preocupar a las potencias occidentales es que existe entre los ciudadanos paquistaníes un escaso apoyo a la guerra contra el terrorismo (9%), según un estudio divulgado por Reuters.
A pesar de que no se trata de elecciones presidenciales, estos comicios sellarán el destino de Musharraf, un general que llegó al poder en 1999 con un golpe de Estado incruento que derrocó al entonces primer ministro Nawaz Sharif.
Estas elecciones se consideran una carrera de tres grandes grupos: El PPP de Bhutto, la Liga Musulmana de Pakistán-N (PML-N) de Sharif -a quien no se le permitió presentarse como candidato-, y la Liga Musulmana (PML-Q) de Musharraf.
El sociólogo Antonio Cova, estudioso del radicalismo islámico y la política en Medio Oriente, afirma que «no existe en Pakistán alguien que dé garantías para detener la presencia de Al Qaida, y Musharraf, sin embargo, ha ejercido un rol fundamental con el apoyo del Ejército para reducir el poderío de este grupo; por eso, para Occidente, él es un mal menor».
Ante la creciente amenaza terrorista, el fin de la administración de George W. Bush y el programa nuclear iraní, Occidente apoyará una cara política al régimen que cabildee con Musharraf para que la zona no se vuelva más hostil. «La visión más occidentalizada es la de PPP. Bhutto era un símbolo de la apertura, pero sin ella el destino luce incierto», asegura.
En un libro póstumo, Bhutto comentó la que es quizá la tarea más ardua del próximo premier: «devolver la democracia al país y evitar sin miedo a la lucha que los islamitas lleguen al poder y tomen así las riendas del programa nuclear paquistaní».

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