Retos y desafíos de la seguridad ciudadana
Indudablemente, estamos ante un tema de necesidad nacional. La seguridad ciudadana tiene que ser política de Estado y que exista un monitoreo permanente de ella en la agenda pública. El primer factor, desde mi punto de vista, es que exista consenso, además de un acuerdo político, para de allí establecer políticas y acciones públicas a largo plazo que nos permitan enfrentar con éxito el fenómeno de inseguridad ciudadana, el cual se vive hoy en la mayoría de las principales ciudades de Latinoamérica.
Desde hace más de 10 años vengo proponiendo que se le de privilegio a la acción preventiva así como a la participación ciudadana, ya que ambos factores son fundamentales. Sin duda, la inseguridad ciudadana es percibida por la población como factor determinante del empobrecimiento en su calidad de vida. Solo viendo las primeras planas de los medios de comunicación, percibimos nuestra gran fragilidad frente a los riesgos ciudadanos que hoy enfrentamos: desde sufrir un accidente de tránsito o la actuación violenta e irracional de la delincuencia.
Hoy los presos somos los ciudadanos que vivimos rodeados de rejas, alarmas y otros tantos elementos y servicios de seguridad, ¿acaso gozamos con tranquilidad los espacios públicos? El temor siempre está presente, por ello el temor a ser la próxima victima trae consecuencias muy graves para el desarrollo, ya que lesiona el ejercicio de libertades esenciales como la libertad de trabajar, la libertad de libre tránsito, de realizar negocios, de reunirnos en cualquier lugar, sin temer por nuestra seguridad.
Más aún, erosiona el tejido social, la tolerancia y desconfianza hacia el otro, sin lo cual una plena vida cívica se hace muy difícil. El costo público y privado de la seguridad puede representar, además, un verdadero gravamen económico y distraer recursos, que en comunidades más seguras se destinaría a usos socialmente productivos, recapitulando inversión y turismo. Intereses importantes del Estado también se verán seriamente afectados.
En varios artículos anteriores tratamos sobre las causas de la violencia y el delito, no cabe duda que tienen una naturaleza pluricausal, ya que en general existe un conjunto de factores sociales, económicos, culturales, ambientales, sicofísicos, entre otros, que analizándolos, explicarían no sólo su aparición sino su desarrollo.
Debido a que su naturaleza es pluricausal, las respuestas deben ser necesariamente multidisciplinarias, las políticas de seguridad ciudadana deben atender la problemática general y, al mismo tiempo, las particularidades propias de cada realidad. Por ejemplo, ¨País, región, distrito, zonas en el Perú, una respuesta para Lima¨ no funcionaria en Iquitos, o ¨Una estrategia para el distrito de San Isidro¨, sería inaplicable desarrollarla en San Juan de Lurigancho.
En el mundo, el delito también se globaliza. El terrorismo y el narcotráfico son dos ejemplos de ello. Por eso las respuestas de seguridad tienen que asociar estrategias de lucha internacional, con diseños de orden local. Estoy convencido que mientras no se fortalezca a las instituciones de seguridad pública y justicia, será muy difícil variar las actuales condiciones de seguridad.
Siendo el Estado la organización política que tiene la responsabilidad de brindar seguridad a la ciudadanía, deberá definir políticas muy claras, fortalecer las instituciones de control social y justicia, realizando profundas reformas en ellas, pero la seguridad ciudadana es un problema dada las actuales circunstancias que le compete, también a la sociedad en su conjunto.
Si nos remitiésemos al significado de la palabra «seguridad» en el diccionario español leeríamos «libre de daño o riesgo», lo que obviamente en el mundo en que vivimos es una utopía.
Como propuesta hacia una política integral de seguridad ciudadana, podría mencionar:
1.Reconocer la necesidad de establecer un sistema coordinado de acción en el ámbito preventivo y de control
2.Avanzar necesariamente a una reforma policial, Colombia lo realizó en el año 2000 y hoy los resultados son óptimos
3.Realizar también los cambios necesarios en el sector justicia, la realización de cambios institucionales es central para lograr una mayor independencia
4.Iniciar un debate sobre la calidad del actual sistema penitenciario, en mi opinión factor fundamental. Hoy en nuestras prisiones se recicla el delito y son isenguras
5.Es perentorio establecer un sistema científico de información delictual que se convierta en insumo de todas las instituciones vinculadas con el sistema de seguridad ciudadana, con ello podremos identificar y focalizar la problemática
6.Es necesario que las instituciones de seguridad pública, trabajen en forma articulada evitando, por ejemplo, la duplación de esfuerzos y actividades
7.Es necesario contar con la presencia y liderazgo de un conocedor que esté comprometido con la problemática
8.Incluir actores como las organizaciones no gubernamentales y el sector privado. En seguridad toda suma será positiva
9.Se tiene que realizar necesariamente una inversión pública de acuerdo al déficit del problema, no debe haber una brecha entre el discurso y la realidad
10.Trabajar para que se den las condiciones de un compromiso ciudadano total. El mejor aliado es la propia comunidad, son los ojos y oídos de sus zonas
11.Se debe contar con un eficiente sistema de inteligencia policial
Finalmente, quiero señalar dos conclusiones importantes de la literatura más reciente sobre la violencia y el crimen. La primera es que hay una evolución natural del crimen menor hacia el crimen mayor: está demostrado que la existencia y permanencia del primero conduce al segundo. Ello ha llevado a ciudades importantes a definir estrategias para no descuidar y más bien enfrentar de manera decidida el delito menor.
La segunda conclusión es que cuando la violencia y los delitos llegan a niveles muy elevados, se produce un efecto inercia muy fuerte que hace muy difícil enfrentarlos.
César Ortiz Anderson
Colaborador de Segured.com