Nuevos retos y exigencias en seguridad preventiva
Hay un evidente deterioro en el ámbito de la seguridad ciudadana, en la mayoría de los países de Latinoamérica. No olvidemos que sólo podremos desarrollar adecuadamente nuestros derechos ciudadanos si nos desenvolvemos dentro de ciudades seguras y ordenadas.
Por ello, es importante lograr un acuerdo entre todos los sectores políticos y sociales, con la finalidad de mantener políticas estables en el tiempo hasta lograr los objetivos trazados. Hoy en día la seguridad en general y la seguridad preventiva en particular, tienen nuevos retos y exigencias.
Debemos gestionar la seguridad ciudadana desde un debate abierto y permanente, que nos permita realizar un plan de acción, con medidas concretas en cómo debemos enfrentar el fenómeno de la inseguridad ciudadan. Sin duda, cuando uno realiza alguna propuesta mediante un artículo está sujeto a críticas.
Sé que para algunos mis opiniones pueden parecer inconvenientes o imprudentes, sobre todo por la coyuntura de ambas cumbres a realizarse en mi país, pero no puedo dejar de ser crítico ante la no acción de los principales actores de la problemática.
Además, cualquier opinión debería ser admisible en una sociedad democrática que debe ser libre, pluralista y tolerante. Mi tesis siempre ha sido apuntar hacia la seguridad preventiva. Si revisamos la historia y las estadísticas de delitos, accidentes y tragedias ocurridas que van desde lo anecdótico a lo trágico, veríamos claramente que la gran mayoría se pudieron haber evitado.
Me refiero desde delitos como asaltos, secuestros, o accidentes de tránsito, incendios o como ocurriera hace unos días en Lima, derrumbes en construcciones de edificios. Sin duda, si se hubieran adoptado las respectivas medidas de seguridad preventiva y control por parte de las autoridades, se hubieran evitado estos lamentables hechos.
En la mayoría de países de Latinoamérica los ciudadanos debemos tener muy en claro de que lo que no haga el Estado en materia de seguridad ciudadana, debería llevarnos a tomar mayores precauciones y asumir como norma de vida una cultura de prevencion.
Por ejemplo, en el tema de locales públicos inseguros, las autoridades tienen la obligación de realizar un control inopinado con personal debidamente capacitado para hacer que se cumplan las normas básicas de seguridad.
Hace poco murieron 15 jóvenes en una discoteca del Ecuador, los 175 jóvenes que murieron en un incendio en la discoteca cromagon en la Argentina, 50 muertos en la discoteca goajira en Venezuela, los 400 muertos en el incendio del centro comercial ycuua en Paraguay o lo sucedido en la discoteca utopía en el Perú.
Todos esos eventos se pudieron haber evitado si las autoridades respectivas hubieran realizado su trabajo, si los empresarios comprendieran la importancia de cumplir con todas las normas en seguridad, y si los propios ciudadanos adoptásemos las respectivas medidas de prevención de acuerdo a nuestros riesgos, las cifras de victimas se reduciría dramáticamente.
La fatalidad no distingue entre ricos y pobres, cuántos niños mueren al año al estar encerrados en precarias casas y donde una vela originó el siniestro, cuántos mueren al año en accidentes de tránsito, o cuántos son victimas del abanico de delitos que ocurre en nuestras ciudades.
Por lo que está ocurriendo pareciera que en el tema de seguridad «nada está tan mal que no pueda empeorar».
Finalmente, cuando no existe la voluntad política, los recursos apropiados y los profesionales idóneos, este tipo de fenómenos serán de difícil solución.