Reflexiones sobre seguridad
Los profesionales de la seguridad tenemos que procurar ser siempre cautelosos en el ver, oír y mucho más al hablar; hay que oír a todos y de nadie fiarse; no confiarse muchas veces en las lágrimas porque la verdad es que no hay cosa que llore más que un pedazo de hielo; no meternos en lo que no nos corresponde, no ser “petrus in cunctis”, como decían los romanos, tener a todos por amigos, pero guardarnos de todos como adversarios.
Para el disfrute general de la verdadera libertad y de la prosperidad, el trabajo eficiente y honesto de los cuerpos de seguridad es absolutamente indispensable. El trabajo es el que nos libera de la mayor parte de los males. Por eso toda labor que se realiza, desde la más sencilla hasta la más complicada, exige de quien la realiza atención especial e inclinación hacia la perfección. El hombre capaz de librarse de la tendencia hacia el ocio y la indiferencia, acepta y cumple sus responsabilidades, surge y se destaca, por el contrario el que se deja dominar por la indolencia y por la flojera realiza una existencia infeliz para hundirse en el olvido.
El Gobierno por excelencia debería practicar la libertad como el más preciado don; pero la gente debe entender que hay dos clases de libertad: la falsa, donde las personas hacen todo lo que quieren y la libertad verdadera donde todas las personas hacen lo que deben.
Un funcionario de seguridad debe hacer lo posible por enriquecer su intelecto, aumentar sus conocimientos inherentes a la profesión, disciplinar la voluntad y adquirir un alto sentido de la constancia y de la honestidad; mostrarse orgulloso de la comunidad donde vive y vivir de tal manera que la misma se sienta orgullosa de él; saber que en la vida no debe estancarse y que lo que hace bien hoy, mañana puede tratar de hacerlo mejor.
Una de las principales manifestaciones del sistema contemporáneo en las relaciones internacionales y de la vida interna de los países desarrollados o en vías de desarrollo, es la complejidad y las dinámicas en las situaciones y actuaciones en las características que configuran las relaciones políticas y sociales.
Por lo que a nosotros respecta, podríamos citar como ejemplo los múltiples y sutiles factores sociales, sicológicos, tecnológicos, económicos que nos afectan. Los problemas urbanos que presenta nuestra metrópoli así como otras grandes ciudades del país surgen principalmente en las zonas marginales por la incapacidad de comunicación vial, la imposibilidad de recibir una educación integral, los efectos de la paternidad irresponsable, la proliferación de los vicios, la delincuencia infantil y adulta, la comunicación social, en gran parte debilitada y confusa, que afecta mentes débiles o desviadas y la escasa preparación e inclinación por un trabajo honesto y remunerador, forman parte de esos factores negativos, a los cuales puede agregársele la droga como uno de los más importantes.
Estas situaciones imperantes demuestran hasta qué punto el Estado, tiene que actuar a través de sus instituciones para atender a los requerimientos de una sociedad cambiante, heterogénea y exigente.
Las instituciones consagradas a preservar la seguridad y tranquilidad pública juegan un papel primordial, en la importancia de la conservación del orden y la paz interna de las naciones, y estas organizaciones pueden alcanzar un grado de excelencia, si logran estar integradas con un personal poseedor del saber para disponer: juicio para proporcionar sagacidad para seducir, voluntad para vencer obstáculos, espíritu de servicio, iniciativa e ingenio, perseverancia y honestidad.
Se necesita también, para la necesidad cotidiana, de actitud personal, limpieza de conducta y espíritu de sacrificio. En Venezuela estamos pasando por una época de sorprendentes cambios, originados por muchas razones que para nosotros no son fáciles de analizar, ni tampoco es nuestra labor; pero es el caso que estos cambios exigen nuestra mayor atención, comprensión, adaptación y sobre todo mucha fe en nuestro futuro.
Estos cambios, a veces necesarios ya que según se afirma generalmente, los pueblos necesitan pasar por grandes dificultades para poder progresar. No dejan de crear incertidumbre y alteran el animo de personas proclives al descontento, a la violencia, a la delincuencia y a crear otros factores obstruyentes de la paz, la tranquilidad y el progreso mismo. Es cierto también que los problemas calamitosos que confronta la humanidad tienden a aumentar cada día.
La verdad es que en la vida moderna frustra y traiciona creando abundantes victimas. Se halaga a la gente a todos los niveles; se les hacen infinidad de promesas y se les brinda los dones de la técnica y la ciencia muy avanzados, pero cuando la gente se confía demasiado o se acostumbra a vivir de ilusiones y esperanzas vanas, se vacía de lo mejor de si misma, de su dignidad humana y hasta de su autentica personalidad.
Pareciera que mucha gente esta padeciendo un lánguido desvanecimiento de su autentico carácter y mengua de la voluntad. Hay personas que pareciera que han renunciado a pensar, se dejan dominar por el ocio, el vicio y la deshonestidad para caer en una existencia degradada y degradante, realmente miserable y perniciosa.
La vida y dinámica de nuestros pueblos se está manifestando en una variedad de acciones generadas por distintas clases de antagonismos, luchas, pasiones, necesidades y vicios con la consiguiente alteración de una vida colectiva como le corresponde ser a la de los pueblos como el nuestro con tradiciones ejemplares, con espíritu de comprensión, integración y tolerancia siempre dispuesto a dar de si lo mejor que los seres humanos pueden ofrecer en generosidad, reciprocidad y afecto.
DICE HEGEL QUE: “LOS VERDADEROS CONFLICTOS SURGEN NO DEL ENFRENTAMIENTO ENTRE UN DERECHO Y UNA INJUSTICIA, SI NO DEL CHOQUE ENTRE DOS DERECHOS”. La estabilidad de un país y la tranquilidad ciudadana son alteradas cuando se carece de una política de seguridad integral coherente, este punto de primera necesidad funcionaría también empleando los últimos y mejores conocimientos que se tienen sobre la materia y sus integrantes se preparen para atender en su especialidad, las exigencias y problemas que presenta la vida moderna, en su complejidad de expresiones, practicas y posiciones, movido todo por una serie de factores o circunstancias impulsadas o influenciados por intereses y procedimientos de la mas variada índole, tanto internos como foráneos.
El profesional de seguridad, debe promoverse usando toda la capacidad que su talento y condición le permitan; mantener una posición vibrante, valerosa y espíritu de consagración humana, cuyas cualidades constituyen la mejor respuesta al reto de la existencia para el logro del verdadero sentido de la satisfacción de si mismo y enriquecimiento de la propia reputación. También se dará así cumplimiento a los deseos del Libertador cuando dijo: «La gloria consiste en ser bueno y en ser útil».
Roberto Trutschel
Colaborador de Segured.com