Hace pocos días, la Sinagoga Principal de Caracas, ubicada en Maripérez, fue victima de diversos actos vandálicos. Un grupo de personas armadas penetraron en los espacios de este lugar sagrado y profanaron el altar principal, se llevaron objetos y documentación relevante y escribieron frases en las paredes del recinto.
Según declaraciones difundidas, el personal de la Sinagoga informó que, si bien el templo contaba con un sistema de seguridad audiovisual, quienes cometieron el acto sustrajeron el material de video que fue captado en ese momento. “Rechazamos estos actos de violencia que vienen de grupos que creen que con acciones de este tipo pueden cambiar la situación del Medio Oriente o de grupos que pretenden generar un clima de crispación”, afirmó el Ministro del Poder Popular para las Relaciones Exteriores, Nicolás Maduro Moros.
¿Es entonces este lamentable acontecimiento una muestra de intolerancia? Este ataque provocó destrozos considerables en las áreas administrativas y, por si fuera poco, los sujetos también ingresaron en el espacio de culto religioso y arremetieron contra la Torá y otros objetos relacionados con el judaísmo.
Entre algunas frases antisemitas se podían leer “¡judíos, muerte, asesinos!”. El presidente de la Asociación Israelita de Venezuela, Elías Farache, sostuvo en una declaración de prensa difundida por la Cadena Global que no se trataba del primer amedrentamiento y que desde hace días observaron a unas personas grabando a los feligreses que acuden a este centro de culto. Aseguró que existe un expediente abierto en el Ministerio Público sobre las acciones de las que han sido víctimas.
Por su parte, el presidente de la Comunidad Israelita de Venezuela, Abraham Levi, expresó: “No queremos volver a vivir lo que sufrieron nuestros padres en la Alemania Nazi”. Inmediatamente, la Organización de Estados Americanos también condenó el ataque. El secretario general, José Miguel Insulza, recalcó que estos «actos de barbarie no tienen ni tendrán nunca cabida ni aceptación entre los pueblos de América Latina».
Días después, y segunda vez en lo que va de año, la Nunciatura Apostólica fue atacada con tres bombas lacrimógenas. Acto seguido, se hizo un llamado urgente a las autoridades: “tomen las medidas necesarias a fin de que sea garantizada la seguridad e incolumidad de la misión diplomática y de su personal, así como lo establece la Convención de Viena”.
El pasado 19 de enero, desconocidos ya habían lanzado cinco bombas lacrimógenas. En esta oportunidad el grupo pro oficialista La Piedrita, se atribuyó la acción.