Sin duda, el ¨derrocamiento¨ del presidente de Honduras Manuel Zelaya es atípico y extraño. De repente era la crónica de un golpe anunciado. Sin embargo, en estos momentos lo ideal sería consultar con el pueblo, que es quien emana la legitimidad del poder. Lamentablemente Honduras no pudo encontrar los canales adecuados y pacíficos. Zelaya resulta ahora mucho más fortalecido, ya que ha sido reconocido y apoyado por gran parte de la comunidad internacional.
Vemos a una Honduras muy polarizada, dividida, donde seguirán llevándose a cabo acciones de resistencia, violencia y protesta por parte de un sector de la población. Lo ocurrido en Honduras, es un caso de “guerras políticas” al que estamos acostumbrados los ciudadanos de Sudamérica, en general, y de Centro América en particular.
La primera versión, proviene del lado izquierdista:
Divisamos un golpe de Estado clásico. Las Fuerzas Armadas intervinieron y ¨sacaron¨ al presidente Manuel Zelaya. Los medios de comunicación, como es usual en estos casos, transmiten la noticia dependiendo a quién defienden, obteniendo de esta forma dos versiones de lo ocurrido.
El embajador hondureño ante la OEA, Carlos Sosa Coello, dijo que el presidente de su país Manuel Zelaya fue ¨secuestrado¨ y que en su país se había dado un golpe de estado. ¨Los medios de comunicación (de Honduras) no pueden expresarse libremente… No hay oficialidad en Honduras porque hay un estado de facto¨ agregó.
Los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez; y de Bolivia, Evo Morales, denunciaron que se había producido un golpe de Estado contra el gobierno de Manuel Zelaya. Chávez pidió incluso que el presidente de los EE.UU., Barack Obama, se pronunciara sobre esta situación.
La segunda versión, proviene de los derechistas:
La justicia hondureña alegó que las Fuerzas Armadas habían actuado en base a derecho. ¨Los tribunales hondureños actuaron ante la desobediencia del Poder Ejecutivo¨, señaló en un comunicado el Poder Judicial. ¨El presidente, arrestado esta mañana, se encuentra en Costa Rica en calidad de huésped¨, agregó.
También se dijo de ese lado que el presidente Manuel Zelaya pretendía cambiar la forma de gobierno democrático por un sistema socialista totalitario, al promover una encuesta de opinión ciudadana en la que se preguntara a la población si estaba de acuerdo en que en las elecciones nacionales de noviembre se convocara a una Asamblea Nacional Constituyente. Esta Constituyente tendría como función derogar la actual Constitución e imponer una que, según los críticos, ya estaba elaborada.
Asimismo, el ala derechista criticó que Manuel Zelaya destituyera el jueves al máximo jefe militar, general Romeo Vásquez, por negarse a cooperar en su consulta para impulsar las reformas constitucionales.
Sería importante consultarle a los ciudadanos hondureños si desean vivir en paz, si aceptan los cambios propuestos por el radicalismo político, si están de acuerdo con las estrategias de provocar el “cambio” a través de la presión política, si realmente desean el acondicionamiento “legal” de la autonomía presidencial, si aceptan la corrupción de las derechas e izquierdas. Quien dude hoy de que estamos en un convulsionado laberinto geopolítico en esta región, es un fenómeno bastante preocupante
César Ortiz Anderson
Colaborador de Segured.com