Cuando el manejo mediático se vuelve delito
El caso de Magaly Medina y Ney Guerrero ponen encima del tapete lo cuidadoso que debe ser un periodista con el manejo de la información, cualquiera que exprese o sostenga algo, así como tiene la libertad para hacerlo sin censura, deberá también asumir las responsabilidades por ello.
Los periodistas deben actuar siempre con diligencia y ajustándose a la verdad, no olvidemos que cualquier persona que se sienta agraviada o afectada en su honor por una publicación periodística o comentario en un medio de comunicación, tiene consagrado el derecho de replica y rectificación.
Pero valgan verdades, ello no se da en todos los casos o si se da recortan el tiempo para la debida rectificación, lo que ha ocurrido es un conflicto entre la libertad de expresión contra el derecho al honor, la pregunta es cómo sancionar ello. El juez deberá hacer un balance teniendo muy claro las figuras de injuria, calumnia o difamación, es decir, si la libertad de expresión afecta desproporcionadamente al derecho de honor, es probable que tenga que preferirse esta a la libertad de expresión y viceversa.
No olvidemos que siempre será preferible una prensa desbordada que una prensa amordazada y lo digo en mi calidad de victima de una coyuntura mediática donde, por difamaciones, se hizo escarnio de mi persona. Bastaría que revisen los medios de comunicación a finales de enero del año 2004 hasta febrero. Mucha tinta y papel corrió para mancillar mi nombre.
El daño que se provoca al honor de una persona es irreparable, ya que se propaga masivamente y convivimos en una sociedad que tiende a estigmatizar a las personas, sin embargo, yo solo espero justicia en mi apelación en la Corte Suprema para tener mi derecho a réplica en los medios de comunicación.
Hoy es una tendencia mundial darle prioridad al derecho a la libertad, la propuesta del jurista Javier Valle Riestra es muy interesante. Él sostiene que una persona demanda a quien ha atentado contra el honor, hay una audiencia para conciliar y si esta no se da, el juez escuchará, auscultará las pruebas y dictará sentencia condenando a una indemnización a favor del agraviado y a que se publique el fallo que descalifa a esa persona, en mi opinión esta propuesta seria la mas correcta.
Ciertas aquellas palabras que señalan al periodismo como la más noble de las profesiones o el más vil de los oficios, un oficio que en ocasiones se mueve entre la vileza y la nobleza, entre la valentía y la cobardía, entre lo ruin y lo sublime. Analicemos cuántos medios en nuestro país no hace mucho, y algunos todavía dedican redacciones, horas y valiosos minutos a arteros ataques a algunas personas.
Para algunos que saben que las mentiras y las medias verdades venden muy bien, incluso hay periodistas que son expertos en tergiversar la verdad. Cómo se extraña ese periodismo valiente de investigación de años atrás, esos luchadores hoy lamentablemente están en antenas muy frías.
Sin duda el periodismo serio juega un rol muy importante en los profundos cambios sociales de un país, lo vivimos cuando difundieron el video Montesinos/Kouri y hoy con los llamados Petro/Audios. Qué duda cabe que los servidores públicos y los políticos deben ser sometidos al más estricto y severo escrutinio público, además la evaluación de sus actos y dichos han de pasar por los medios de comunicación, por ello podemos afirmar que la existencia de una prensa libre, es un factor fundamental para una genuina vida democrática
Finalmente, no olvidemos que al amparo de la libertad de expresión y de prensa también se cometen excesos, desde los medios de comunicación sin pruebas, basados muchas veces en invenciones y mentiras, atacando la honra ajena, con infamias o incluso información adulterada. Las victimas de un periodismo abusivo, ¿cómo podríamos determinar las responsabilidades del daño?