Legítima defensa con y contra armas impropias
La mujer tiene 39 años y llegó al juicio acusada por homicidio. Pero los jueces entendieron que actuó en legítima defensa, para proteger a su familia. El hombre tenía 28 años y practicaba artes marciales, escribia en el Diario Clarin, del 8 de Marzo de 2006, el periodista de La Pampa, Gustavo Laurnagaray. Eva Elvira Llorens apoyó la cara sobre el hombro de su abogado y lloró. Acababan de declararla inocente de la muerte de su ex pareja, Mario Soto, a quien mató a puñaladas. Así terminó la historia de 4 años de violencia que vivió la pareja. La Cámara del Crimen Nº2 de Santa Rosa —integrada por Carlos González, Filinto Rebechi y Abel Depetris— dejó en libertad a Llorens, de 39 años, quien había llegado al juicio y había estado presa durante seis meses acusada de homicidio simple, que tiene una pena de 8 a 25 años de prisión.
El Tribunal consideró probado que la víctima era golpeador y que la noche que Eva Llorens mató a Soto lo hizo «en su propia defensa y de su familia». El fallo dice que el uso del cuchillo por parte de la mujer tampoco fue un exceso de defensa, ya que el hombre, de 28 años, practicaba sipalki, un arte marcial que enseña técnicas de defensa utilizando armas y las manos. El caso de Eva Llorens conmovió a Toay, un pueblo de 9.000 habitantes cercano a Santa Rosa. La noche del 15 de agosto pasado, cuando murió Soto, fue una pesadilla para la familia.
Eva (quien se había separado de Soto hacía varios meses) vivía con dos hijos varones, de 12 y 15 años; y con una hija de 18, embarazada. De acuerdo a la reconstrucción del caso que se hizo durante el juicio, Mario Soto llegó cerca de las 2 de la madrugada. Estaba ebrio. Le pidió a su ex mujer entrar a la casa. «Me decía que quería dormir conmigo», relató ella. Entonces empuñó un hacha y comenzó a romper las paredes, hechas de ladrillo hueco. Cuando el menor de los chicos quiso salir de la casa, Soto se lo impidió. Y entró: la Policía encontró una mesa partida y tres sillas rotas. Y manchas de sangre por todos lados. En la mesa había restos de cabellos. Soto tomó dos biromes y, usándolas como púas, amenazó con matar a los chicos varones. Mientras rompía los muebles, lo sorprendieron y le sacaron el hacha. Hubo una lucha. Fue entonces que golpeó a la joven embarazada.
Eva Llorens tomó un cuchillo de la cocina y lo atacó. También lo apuñaló uno de sus hijos, quien terminó con un corte de cinco centímetros en la cabeza. El chico, sin embargo, no fue acusado del crimen por ser inimputable debido a su edad. Soto se defendió con patadas y con una katana (un sable para hacer artes marciales). Durante el juicio, Eva Llorens declaró que, cuando reaccionó, intentó abrazar a su ex pareja, quien se desangraba en el piso: «Me decía que aunque se muriera, igual me iba a matar», relató. La autopsia estableció que la muerte de Soto fue por las heridas cortantes en los pulmones. Tenía en total 14 puñaladas, con cortes en todo su cuerpo.
El abogado defensor, Gastón Gómez, calificó de «ejemplar» el fallo que absolvió a su defendida. «Es ejemplar porque el tribunal aceptó que detrás había un caso de violencia doméstica. Y quedó comprobado con los testimonios». El tribunal recogió los argumentos del defensor, quien sostuvo que la formación de Soto en artes marciales transformaba los bolígrafos (que Soto utilizó para amenazar a los hijos de Llorens) en armas. Además, la Cámara dijo que para las personas que practican artes marciales «su mejor arma son sus manos», las que pueden ocasionar mayor daño que cualquier tipo de arma. La acreditación de la violencia que padecía Llorens quedó demostrada a través de los testimonios en el juicio de sus propios familiares y vecinos.
La mujer nunca hizo una denuncia formal ante la Policía. Después que se leyó la sentencia, Irma Soto, la hermana del hombre asesinado, dijo: «Fue insoportable ver cómo festeja ella y la gente. Como si hubieran matado a un perro». La fiscal de la causa Susana Alvarez pidió para la mujer 14 años de prisión. En primera instancia fue procesada por homicidio simple y estuvo presa seis meses. Después que pasó todo le dijo a Clarín: «Nunca tuve que estar presa. Ni un día. La vida mía y la de mis hijos está destruida. ¿Cómo se olvida todo esto?».
OPINION LEGAL. Muy buena defensa del abogado que representó a la acusada, quien de ahora en adelante, tiene la via expedita para iniciarle juicio de daños y perjuicios al Poder Judicial, por haber sido privada de la libertad, siendo que resultó inocente. Y el hecho es, como muchas veces lo dijimos, que cualquier arma impropia que puede causar el mismo resultado final que el que puede causar un arma propia, es decir, un arma de fuego, son equivalentes, en cuanto a que el que se defiende puede utlizarlas legitimamente en su defensa, cuando necesaria y racionalmente no tiene otra alternativa para impedir o repeler eficientemente la agresión, como en el caso sub exámine, que tanto el atacante, como la victima, utilizaron ambos, armas impropias, es decir, cualquier elemento contundente, que puede aumentar la capacidad ofensiva o defensiva del hombre, en el hecho comentado, el agresor actuaba con superioridad física, utilizando además un hacha, una katana, y sus concocimientos en artes marciales, que sabemos pueden ser letales, y esto fue respondido por la victima y su hijo, con un cuchillo de cocina. Por lo que encontramos, desde todo punto de vista, que el fallo de la Cámara, a quien debemos felicitar, es ajustado a derecho.
El autor es Director del Diario Legitima Defensa. email: [email protected]