Una vida sin conflictos
Hoy la inseguridad ciudadana golpea a la sociedad en todos sus niveles. Por ello debemos darle importancia a la rehabilitación de los internos en nuestras prisiones. Es cierto que los centros penitenciarios son el último eslabón de la seguridad ciudadana, pero no por ello el menos importante, sobre todo cuando conocemos el alto porcentaje que reinciden en el delito cuando salen de las prisiones.
Actualmente en la mayoría de los centros penitenciarios de Latinoamérica, se dan grandes hacinamientos, existe falta de seguridad y control, y los factores psicológicos, sociales y culturales dificultan la rehabilitación de los internos.
-¿Es verdad que cualquier ciudadano puede ser un delincuente?.
Hay dos autores norteamericanos que hicieron un profundo estudio en colegios medios de ese país y el 80% de los chicos contestó que, de tener la certeza de que no iban a ser descubiertos, robarían.
– ¿Y eso traído a nuestra geografía?
Nuestra realidad indica que cualquiera de nosotros, dada una determinada situación, es proclive a cometer un delito.
– ¿Pero también existen otras teorías?
Es la que habla del delito racional. Ahí se sostiene que el delincuente hace una estimación de costo-beneficio. Es decir que el sujeto evalúa, con menor o mayor conciencia, qué le conviene hacer, desde la posibilidad de que lo atrapen, la oportunidad de concretar un ilícito, de tener éxito, la pro validad de que si lo atrapan sea juzgado rápido y con penas muy bajas
– ¿Es algo así como una suma y resta?
Algo así, pero existe una diferencia con aquellos que no cometemos delitos y es la percepción de las situaciones. Es decir el individuo que se desarrolla en condiciones económicas-socio-efectivas con grandes carencias, tiende a desarrollar un estilo distinto al individuo que no está en esas condiciones. Piensa distinto, percibe y evalúa distinto. Y todo eso lo pone en la balanza.
-¿Cómo funciona la impulsividad en estos casos?
El hecho de que consuma droga, aunque no necesariamente en el momento de cometer un ilícito. Acá realmente existe una relación entre el control impulsivo y el consumo de droga.
-¿Y cuál es esa línea investigativa?
Hay dos. Una: por el deterioro de la personalidad del adicto va sufriendo o bien el uso de la droga que actúa distorsionando la percepción de realidad,
-¿Quiere decir que confunde las cosas?
Aquí el individuo tiende a percibir como peligrosa o como muy riesgosa una situación que en la realidad no lo es. Ahí se dispara una conducta desajustada con la realidad. Es decir que el individuo que, por ejemplo, se asusta, termina disparando y provoca un homicidio.
-¿Pero entonces su accionar podría ser encuadrado como atenuante?
No. Porque el sujeto que en su elección racional decide ir con un arma, que está cargada y en condiciones de uso, está hablando de que, si es necesario, va a matar.
– ¿Cómo ve el sistema penitenciario?
A mi criterio actualmente existe una indefinición total respecto a qué sistema adherir. Por un lado se tiende a seguir la voluntad popular que reclama dureza y castigo para el condenado; por otro, se continúa con estructuras de tratamiento penitenciario que parecieran mantenerse sólo porque la ley lo exige, más que por convencimiento de que ése sea el sistema elegido.
– ¿Rehabilitación o castigo?
Si se tienen en cuenta algunos datos se podrá advertir la importancia de realizar tareas de tratamiento con los internados, con las familias de los mismos, y con el seguimiento pos penitenciario: cuando de una familia de cinco miembros uno entra en el circuito judicial, tres miembros de esa familia entran en riesgo de ingresar en el circuito delictivo.
Finalmente, es importante invertir en el mejoramiento integral de nuestras prisiones. Esperamos que se pongan en funcionamiento dos nuevos penales en la ciudad, sostengo que gran parte del delito se recicla en y desde nuestras prisiones.
César Ortiz Anderson
Colaborador de Segured.com