En este caso, la sala de monitoreo tiene espacio para cuatro agentes, que trabajan allí en turnos de doce horas continuas. Cada uno tiene al frente una pantalla gigante, dividida en varias secciones. Cada una corresponde a una cámara. Las tomas van cambiando cada dos segundos, o cuando el operador lo decida por razones operativas.
La actividad de los operadores es supervisada por una funcionaria de grado igual o superior. Para comunicar las novedades a la superioridad, dispone de un radiotransmisor portátil y de una línea telefónica. Pero por regla general ella misma decide las acciones a tomar en cada circunstancia.
Los operadores del Centro de Monitoreo Público recibieron un curso de inducción por parte de la empresa encargada de ejecutar el proyecto. En esa jornada aprendieron las técnicas para el manejo de las cámaras a través de un programa informático. Posteriormente, estos funcionarios han servido como facilitadores para otros agentes. Su experiencia en el centro, además, ha sido vital para la corrección de los problemas que se han presentado ante circunstancias imprevistas, como por ejemplo la saturación de las imágenes por la intensa luz solar que hay en la ciudad.