El criterio actual pareciera favorecer a las autoridades. Las fotos tomadas durante los asaltos a los bancos no sólo sirven a la policía para identificar a los delincuentes, sino que a menudo son admitidas como prueba durante los juicios, siempre y cuando las imágenes tengan nitidez suficiente. Entonces, el mismo estándar pudiera ser aplicado para los procedimientos captados por el sistema de televigilancia de Maracay.
Entre algunos casos que pudieron detectarse en esta ciudad, podemos mencionar:
• Manifestación de estudiantes, entre otras.
• Indigente golpeando una de las cámaras.
• Choque de motorizado con vehículo, entre otros.
• Civiles a quienes les detectaron armas.
• Policía extorsionando a una mujer de la calle.
• Otros.
El sistema de televigilancia de Maracay ha tenido un efecto de imitación en la capital del país. Un año después de la puesta en funcionamiento de la primera fase en la capital aragüeña, la principal ciudad venezolana activó uno similar pero con mayores dimensiones, financiado por el gobierno central. En ambos casos, más allá de los aspectos técnicos relativos a la integración de los componentes de los sistemas, lo que marcará la diferencia será el factor humano. Funcionarios motivados y conocedores de las posibilidades de la tecnología que manipulan serán determinantes en la disminución de los altos niveles de impunidad delictiva que caracteriza a las grandes ciudades venezolanas.
Al tener una ciudad vigilada la percepción de seguridad de los ciudadanos aumenta, éstos se sienten más a gusto, salen más de noche, no caminan temerosos por las calles, y los delincuentes se cohíben al percibir que están siendo supervisados, entre otros aspectos.