Para vivir en la ciudad es necesario que exista respeto y tolerancia. Los cambios más importantes que se han dado en diferentes ciudades del mundo se deben, en gran medida, a las evoluciones que se han llevado a cabo en materia de convivencia, cultura y regulación de conductas. El bienestar y la tranquilidad de una ciudad están ligados directamente a todos estos factores sociales.
La ciudad está compuesta por:
Espacios públicos: Calles, plazas, parques, transporte público, edificaciones y espacios de libre acceso de la ciudadanía
Semipúblicos: Instalaciones educativas, deportivas y de recreación, centros comerciales, cines, espacios de recreación, instalaciones privadas de acceso al público, etc.
Espacios privados: Domicilios, oficinas privadas, empresas privadas.
“Si a esta perspectiva de carácter espacial, le incorporamos la variable de actividades cotidianas de la comunidad, el ámbito de la seguridad se torna sumamente complejo y demanda un amplio despliegue de medidas de prevención y respuesta para garantizar su seguridad. En ese contexto, el aporte de otros actores sociales para garantizar la seguridad ciudadana se torna fundamental”.
“Así como la ciudad es el hábitat en el que se juega la mayor parte de nuestras posibilidades de desarrollo humano, al menos para la gran mayoría de los hombres y mujeres de la población mundial, la difícil situación socio- económica por la que atraviesan muchas de nuestras sociedades tiene como uno de sus principales síntomas un angustiante y creciente índice de criminalidad, el cual se manifiesta en diversas modalidades y niveles de agresividad o violencia”.
La apuesta por ciudades más seguras debe enmarcarse en el ámbito más general del objetivo permanente del desarrollo humano a escala global y a escala local. “Si crece cada vez más la inseguridad en las ciudades del mundo, será porque fallamos en construir un mundo más justo y un sistema urbano más habitable y equitativo. En un proyecto democrático la inseguridad es función de la injusticia”.
En ciudades peligrosas, los individuos viven entre la zozobra y la incertidumbre. Las víctimas de la delincuencia le temen a la denuncia y, en algunas ocasiones, prefieren mantenerse callados y pagarle a sus captores la suma que desean. El delincuente estudia a su “presa” con antelación. Investiga sus hábitos, horarios, rutina diaria y los días más propicios para abordarla. Sin embargo, ¿cómo podríamos lograr convivir en una ciudad tranquila?
El ex alcalde de Bogotá, Antanas Mockus afirma que entre las acciones cruciales que llevaron a cabo para transformar la ciudad se destacan: la capacitación de policías (“Ciudadanos formadores de ciudadanos”); más que campañas, realizar acciones colectivas muy visibles; implementar la “vacuna contra la violencia”; construir 20 comisarías de familia y 12 centros de mediación, entrenar a más de 8 mil líderes; promocionar, elegir y capacitar a jueces de paz; mejorar y recuperar las cárceles, y concertar Unidades de Reacción Inmediata (URI) y la construcción de una Unidad de Policía Judicial (UPJ), entre otras medidas.
También se debe concientizar a los gobernantes del compromiso que tienen para con la sociedad, dotando a las ciudades de policías eficientes y honestos. “El resultado del trabajo de estos, beneficiará a toda la población y al propio Gobierno”, señala.
¿Cómo construir convivencia?
La confianza que la ciudadanía tenga hacia las instituciones, dependerá en, gran medida, de la calidad de la convivencia en que ésta se desenvuelva. A mayor seguridad, disfrute de los espacios públicos y tranquilidad, aumenta la percepción de transparencia de la sociedad civil hacia la gestión de sus autoridades y organismos encargados de velar por la seguridad y justicia. La convivencia está basada en respetar las diferencias en las sociedades contemporáneas, debido a la heterogeneidad y multiculturalismo. Mejorar los entornos urbanos que han sido deteriorados, así como promover lazos de convivencia entre los miembros de la comunidad, mediante diferentes estrategias de prevención, ha sido una de las experiencias más efectivas en materia de seguridad ciudadana.
Jaime Higuera, presidente ejecutivo de ANDEVIP Colombia, asegura que la seguridad democrática se fundamenta en el perfeccionamiento de la cultura de la seguridad y de la convivencia ciudadana. “La seguridad democrática es el ambiente idóneo para la convivencia ciudadana, respeto a los derechos económicos, sociales, políticos y culturales, sin que se presenten desigualdades riesgosas para que los ciudadanos puedan actuar libremente en busca de su propio desarrollo y el progreso de la colectividad en una sociedad moderna y democrática”, afirma Higuera.
La incómoda sensación del temor ciudadano se expresa precisamente debido a los altos niveles de deterioro e indebida ocupación de los espacios públicos. Según el ex alcalde de Bogotá Luis Eduardo Garzón, la implementación de las estrategias para promover la convivencia y la seguridad ciudadana inciden directamente en la gobernabilidad de la ciudad. Al prevenir las expresiones de violencia, y al facilitar los derechos y deberes de los ciudadanos, se está contribuyendo con esta iniciativa.
Cuando los gobernantes estimulan a los individuos a ser “mejores personas”, los enseñan a apropiarse de la ciudad, a comunicarse, a reconocer la diversidad de los otros, a promover prácticas ciudadanas en espacios públicos y a darle una solución adecuada a los conflictos, están construyendo alternativas para una mejor convivencia.
Mockus afirma que una de las piezas claves en el proceso de transformación de Bogotá fue promover, de múltiples maneras, el respeto a las normas de convivencia, explicando su racionalidad y los beneficios que trae para aquellas personas que las cumplen. Entre las medidas a tomar en los programas de cultura ciudadana también estaba aumentar la proporción de ciudadanos que llevan, pacíficamente, a otros individuos a cumplir dichas normas.
Un vivo ejemplo de convivencia, ligado al tema de seguridad ciudadana, es el proyecto Misión Bogotá. El objetivo de esta propuesta es “contribuir al fortalecimiento de las localidades, al buen uso, apropiación y goce del espacio público, a través de la promoción de prácticas y valores enmarcados en una cultura ciudadana solidaria, como elementos fundamentales para mejorar la convivencia y la seguridad en una Bogotá sin indiferencia”.
Este proyecto concibe el espacio público como un elemento dinamizador para el ciudadano; como el canal de expresión de la ciudadanía en el que se exteriorizan y evidencian los vínculos sociales que median las relaciones de los habitantes de la ciudad. Con ello, se sostiene que el individuo “ocupa” un lugar en el espacio y también lo habita.
“Un eje fundamental del área de ciudadanía es construir espacios públicos que favorezcan el contacto y la cohesión social dentro del marco de una sociedad diversa; donde el individuo se hace ciudadano interviniendo en la construcción social y cultural de la ciudad. Se piensa el espacio público como espacios colectivos y de uso social donde pueden interactuar el disfrute, estímulo, la admiración, el ensueño y la intuición”.