La curva ascendente en el número de muertos comenzó en 1977, cuando el país pasó de 22 casos por cada 100.000 personas a 30 casos por 100.000 personas. En 2002, los colombianos eligieron para la presidencia al ex gobernador de Antioquia, Alvaro Uribe Vélez. El mandatario llegó al Gobierno con el compromiso de aplicar mano dura a todos los factores de violencia, pero primordialmente a la guerrilla que de hecho ya ejercía la autoridad en vastos territorios del sur y el oriente del país.
Al año siguiente, Uribe lanzó lo que ha sido el eje de su gestión: la política de Seguridad Democrática. En ella propuso la recuperación de la gobernabilidad en un ambiente de respeto a las libertades. Planteó además una alianza entre la población “cansada de ser víctima”- y las organizaciones de la fuerza pública.23
El principal líder político colombiano colocó a la seguridad en el tope de la agenda pública. Desde entonces, ha abordado el tema en forma constante durante sus intervenciones ante los medios de comunicación. Esto ha enviado un mensaje claro a las instituciones. El efecto no se ha hecho esperar. Entre 2002 y 2006, la tasa de homicidios en Colombia descendió de 65 a 40 por cada 100.000 habitantes. A continuación, se detallan algunos resultados beneficiosos durante este periodo, debido a la puesta en práctica de esta política de Seguridad Democrática:
• Consolidación del control estatal del territorio.
• Protección de la población.
• Eliminación del negocio de las drogas ilícitas en Colombia.
• Mantenimiento de una capacidad disuasiva.
• Eficiencia, transparencia y rendidión de cuentas.
• Fortalecimiento de las instituciones del Estado, tales como: Sistema judicial, fuerzas militares, Policía Nacional, inteligencia y finanzas del Estado.
• Consolidación del control del territorio nacional: zonas de rehabilitación, plan de seguridad integral de fronteras, seguridad urbana, desarticulación de las finanzas de las organizaciones terroristas y de narcotráfico.
• Protección a la infraestructura de la Nación y a la ciudadanía: personas en situación de riesgo, víctimas del desplazamiento forzoso, desmovilizados y niños combatientes, contra el reclutamiento de niños y jóvenes, el terrorismo, el secuestro y la extorsión, protección de la infraestructura económica y de la red vial.
El lema más importante de este plan es:
Cooperar para la seguridad de todos
En base a este lema, Uribe propuso:
• La seguridad de la solidaridad.
• Redes de cooperantes.
• Programa de recompensas.
• Cooperación internacional.
Pero sería un despropósito atribuirle a Uribe todo el éxito en esta materia. De hecho, cuando él asumió la Presidencia, ya se registraban notables avances en tres de las ciudades más violentas del hemisferio occidental: Medellín, Cali y Bogotá. La primera tuvo un récord en 1991, cuando se registraron 381 homicidios por cada 100.000 habitantes. La mayoría de estos crímenes estaba asociada al tráfico de drogas que floreció durante los veinte años precedentes, en un ambiente de profunda exclusión social.
En Cali, el pico en la tasa de homicidios fue reportado en 1994, cuando se llegó a 125 casos por cada 100.000 personas. No por casualidad, esto sucedió un año después de la muerte de Pablo Escobar, máximo jefe del cartel de Medellín. El liderazgo en el comercio de drogas del país pasó entonces al grupo de los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela. Por ende, la conflictividad inherente a esta industria ilegal se trasladó de la capital antioqueña a Cali.
Para 2006, Bogotá y Medellín ya no figuraban en el mapa de las ciudades más violentas. Sus tasas de homicidios estaban, respectivamente, en 18 y 31 casos por cada 100.000 habitantes, con una tendencia sostenida a la baja. En Cali también se registra una curva descendente, pero aún la proporción de homicidios se mantiene alta: 54 casos por 100.000 habitantes, similar a las de Río de Janeiro y Sao Paulo. Mientras tanto, Recife (Brasil), Caracas y Ciudad de Guatemala muestran para ese año (2006) tasas de 158, 133 y 103 homicidios por cada 100.000 personas, respectivamente.
El ex Subsecretario de Convivencia y Seguridad Ciudadana de Bogotá, Hugo Acero, señala que, como parte de la política integral de seguridad, se llevaron a cabo las siguientes líneas de acción:
• Prevención.
• Resolución de conflictos.
• Coerción.
• Investigación.
• Judicialización.
• Penalización.