1. Cumplimiento de la normativa legal que regula el funcionamiento de las empresas de seguridad privada en sus aspectos específicos de su gestión, como en los aspectos que regulan la relación laboral de su personal, declaración transparente de sus cuentas, legalización de sus actividades.
2. Capacitación permanente de su personal de guardias, supervisores y gerentes. Deberán ser capaces de realizar un fuerte cambio cultural: desde un enfoque en la vigilancia hacia el de valor agregado para sus clientes.
3. Actualización permanente e incorporación de nuevas tecnologías aplicadas a la seguridad.
4. Fortalecer las condiciones de coordinación de su actividad en el marco corporativo empresarial y en el de la actividad de seguridad con el sector público, especialmente con la Policía Nacional.
5. Viabilizar espacios de capacitación, generación y fortalecimiento de una cultura de seguridad en la ciudadanía, mejorando de esa manera las condiciones de prevención y respuesta adecuada frente a la delincuencia y la violencia.
El profesor de la escuela de negocios de Harvard, James Austin, asegura que “la creciente importancia de la dimensión social de la empresa es uno de los cambios recientes de mayor impacto. Se podría pensar en una evolución de las empresas. Las encuestas indican que las poblaciones en todo el mundo esperan que las empresas contribuyan a la solución de problemas sociales.
Esta presión y el descubrimiento de que las inversiones en el campo social son rentables, condujeron a una nueva etapa, en la cual lo social y lo económico se integran en la búsqueda de la sostenibilidad.
Complementando la idea de Austin, el sector privado podría jugar entonces un papel importante en la solución de un problema social, la inseguridad; sin embargo, lo importante de esta fórmula es que se puedan generar beneficios tanto para los ciudadanos que claman por esa necesidad, como para la empresa. Existe entonces la idea de que las empresas deben producir valor social, conjuntamente con valor económico. Pero ni las autoridades ni las empresas por sí solas pueden resolver todos los problemas sociales, es necesaria la concreción de un trabajo en conjunto.
Sin embargo, es preciso aclarar que la función de las empresas no es resolver la problemática social, pero en el contexto global en el que nos desenvolvemos el factor social poco a poco ha ido convirtiéndose en una herramienta estratégica para el negocio de las empresas. Queda entonces claro que la tendencia actual es enlazar e integrar iniciativas sociales con actividades empresariales.
Josefina Bruni Celli y Patricia Márquez, ambas profesoras del Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA) en Venezuela, afirman en su artículo de opinión que “para operar en zonas con altos índices de delincuencia, pobreza y polarización política, la empresa debe evaluar su vinculación con las comunidades.
La legitimidad que logre en ellas puede ser un asunto de vida o muerte. Otra presión externa proviene de las leyes y organismos reguladores que obligan a algunas empresas a emprender iniciativas sociales.
Patricia Márquez alega que hoy en día “es poco probable que los gobiernos por sí solos puedan mejorar la situación de pobreza en que viven miles de millones de personas en todo el mundo. El reto para las empresas consiste en asumir un nuevo papel con iniciativas de mercado que generen inclusión.
La posibilidad de integrar a los pobres a la economía global con transparencia y justicia, como consumidores, proveedores o socios, puede resultar una fórmula para la transformación social.
En esta misma tónica, Márquez sostiene que es clave la participación de nuevos actores que ven en las iniciativas de mercado una nueva manera de fomentar el cambio social y generar riqueza. “Las empresas comienzan a construir colectividades productivas en las que se eliminan intermediarios tradicionales para incorporar a emprendedores sociales y organizaciones comunitarias que son esenciales para potenciar las iniciativas de negocios”, agrega.
Entre algunos retos y soluciones que se plantean hoy en día las empresas con sectores de pocos ingresos podemos mencionar:
Retos | Soluciones |
Brechas culturales | Cambio de la cultura organizacional e incorporación de nuevos actores |
Desconocimiento de la población de menores recursos |
Alianzas, apoyo de los empleados y nuevos métodos de investigación de mercados |
Desconfianza histórica | Alianzas con ONG y emprendedores sociales |
Manejo de relaciones | Trabajo en el campo y apoyo a organizaciones de bas |
Finanzas de sectores desposeídos |
Creatividad y flexibilidad en el diseñode nuevos esquemas e incorporación de conocimiento de esquemas previos |
Infraestructura deficiente y otras condiciones estructurales |
Sinergia con iniciativas filantrópicas y de responsabilidad social empresarial, alianzas con gobiernos y multilaterales, e incorporación de la comunidad como fuerza de trabajo |
Ítalo Pizzolante, presidente de la Asociación Venezolana de Ejecutivos (AVE), asegura que un estudio de la Universidad de Harvard arrojó que las compañías que balancean las necesidades de los accionistas, empleados, clientes, proveedores y comunidad en general, mostraron cuatro veces más crecimiento en comparación con aquellas que se enfocan únicamente en los accionistas42. Esto quiere decir que la responsabilidad social comienza a sensibilizar entonces al sector empresarial, el cual se va sintiendo poco a poco más comprometido con su país y sus habitantes, más allá de la mera ganancia. Sin embargo, es imposible obviar el hecho de que el sector privado sea el responsable de velar por la seguridad de los ciudadanos.
Pizzolante señala que “el Estado tiene un rol y debe ejercerlo y nosotros reclamar que lo haga. Nunca pretender que por su probada ineficiencia en los programas sociales, éstos reposen sobre los hombros de la empresa privada, eso es inadecuado y peligroso”.
Según la Guía ISO 26000, la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) es la responsabilidad de una empresa ante los impactos que sus decisiones y actividades (productos, servicios y procesos) ocasionan en la sociedad y en el medio ambiente, a través de un comportamiento transparente y ético que:
• Contribuya al desarrollo sostenible, la salud y el bienestar de la sociedad.
• Tome en consideración las expectativas de los grupos de interés.
• Cumpla con la legislación aplicable y sea coherente con la normativa internacional.
• Esté integrada en toda la organización y se lleve a la práctica en sus relaciones.
De acuerdo con esa definición, las materias de la RSE son:
• Gobierno corporativo.
• Relaciones con clientes y consumidores.
• Prácticas laborales.
• Relaciones con proveedores y subcontratistas.
• Gestión ambiental.
• Inversión social.
La profesora Rosa Amelia González y María Elena Jaén, también del IESA, sostienen en un trabajo que “problemas como la delincuencia, el vandalismo, la escasa educación de la población y el hacinamiento, entre otros, conspiran contra la posibilidad de desarrollar empresas prósperas con capacidad de crecimiento, mediante la expansión de su mercado local. Una buena relación con la comunidad se convierte en asunto clave para la estrategia de las empresas”43. Sin embargo, ambas están de acuerdo en que la alineación de valor social y del valor económico es posible, cuando la iniciativa social está ligada al negocio medular.
Señalan que puede ser que las iniciativas sociales no estén directamente vinculadas al negocio pero que, sin embargo, éstas pueden generar beneficios que se traducen en valor económico: garantía de continuidad de las operaciones, reducción de costos de seguridad, fortalecimiento de la marca, empleados más motivados y productivos, entre otros. “Ello es posible gracias a la incorporación de lo social a la estrategia gerencial, así como a una comunicación adecuada de la actuación social de la empresa al interior y al exterior de la organización”, alegan.
Según la definición que establece el Business for Social Responsibility (BSR), la responsabilidad social honra el respeto a la gente y a las comunidades, entre otros aspectos. A través de ella se llevan a cabo decisiones que “balancean de modo justo las demandas de todos los públicos de interés clave”. Sin embargo, otros como Bjorn Stigson, presidente de World Business Council for Sustainable Development (WBCSD), la responsabilidad social depende de la tradición de cada sociedad, por lo tanto, debe diseñarse una para “cada caso y necesidad”.