Los Estados Unidos han enfocado el problema de contrarrestar el terrorismo en una forma cautelosa. Se ha pensado y hablado mucho, pero la acción ha estado muy por debajo de lo que se piensa y dice. No obstante, cuando se ha actuado los resultados han sido decisivos y efectivos. El problema para los Estados Unidos tiene doble cara: una política rígida pero con una dinámica interna que limita las acciones cuando hay grandes riesgos.
El presidente (James) Carter afrontó la toma de rehenes de Teherán, pero consumiendo y paralizando su administración. El éxito de Camp David fue ensombrecido por la debacle de Desert One, y su proyecto de reelección fue derrotado. El presidente (Ronald) Reagan llegó a su despacho proclamando que volvería a colocar los derechos humanos como lo más importante dentro de su política exterior durante su administración. No obstante, salió de su cargo 8 años después bajo el fantasma del escándalo Irán-Contras. El presidente (George) Bush llegó a definir públicamente su posición, su habilidad para combinar la presión diplomática con su velada musculatura militar le permitió añadir gran prestigio a su imagen inicial.
Pese a estas precauciones, los Estados Unidos han tenido sobresalientes éxitos en el combate contra los terroristas amigos de la toma de rehenes. En 1985, en el secuestro del Achille Lauro, les bloquearon el escape a los terroristas interceptando el avión en que viajaban y obligándolo a aterrizar en Italia, donde fueron juzgados y cuatro de ellos condenados por los jueces italianos. Desafortunadamente los italianos permitieron el deterioro de la operación. A Mohammed Abu Abbas, quien vivía en Italia, le fue permitido escapar pese a la solicitud de extradición de parte de los Estados Unidos. En abril del 86, lanzaron un ataque aéreo sobre Libia con el que intimidaron a Moammar Kadafi, cuyas intervenciones en el terrorismo internacional han decrecido muy sensiblemente.
Cada una de estas acciones ha sido motivo de estudio y de revisión posterior por EE.UU., a fin de precisar sus resultados y analizar si hubo alguna ilegalidad o violación de leyes. En el caso de bombardeo del Líbano, un avión de EE.UU. fue derribado y su tripulación asesinada. Lo cual generó severas críticas a la operación.
En una situación similar, EE.UU. envió dos aviones para actuar sobre blancos terroristas en el valle del Bekaa en el Líbano. Uno de los aviones fue derribado resultando un miembro de la tripulación asesinado y otro capturado. Como esto sucedió durante la elección presidencial, hubo igualmente críticas fuertes. A pesar de estos sucesos el empleo de la fuerza militar contra el terrorismo se ha mantenido controversial durante los años 80.