Alemania Occidental pareciera no estar muy en claro sobre la política a seguir frente a las tomas de rehenes. Aun antes de las olimpiadas de Munich de 1972, los alemanes han tratado de hallar métodos fáciles para resolver los problemas del terrorismo. En 1972 presionaron a los israelíes para que concedieran a los terroristas sus demandas y sólo lanzaron su ataque cuando Israel se mantuvo irreductible. Como consecuencia de esa debacle, organizaron la mejor fuerza antiterrorista del mundo GSG-9 (Grenzschutzgruppe-9), que actuó exitosamente en el rescate de Mogadishu.
Cuando se ha visto enfrentada a acciones terroristas, Alemania Occidental invariablemente se ha sentido sometida a intensas presiones para que haga alguna concesión. Ese fue el caso, a finales de 1988, cuando arrestó a Mohammed Ali Hammadi, involucrado en el secuestro del TWA 847, y anunció que sería juzgado. De inmediato varios hombres de negocios alemanes fueron secuestrados en el Líbano, y se ofreció un intercambio. El gobierno alemán resistió considerablemente las presiones para que negociara, y Hammadi fue juzgado y condenado. Sin embargo, últimamente pareciera que ha cambiado un poco en esa materia, y que será más fácil que entre en negociaciones, pero la conclusión no está clara aún.