¿Qué puede hacer un país ante la amenaza de toma de rehenes?¿Hay sólo esas dos opciones: fuerza o concesión?¿O habrá una forma de combinar esas dos salidas mediante alguna solución alternativa? La experiencia ha demostrado que ni la fuerza ni las concesiones son apropiadas en todos los casos. Los países democráticos piensan que cada una de las formas puede ser la adecuada en cada caso particular. Luego debe elaborarse una política aplicable de acuerdo a la situación. No estamos sugiriendo una rendición total ante las demandas de los terroristas. Por el contrario, la firmeza puede en determinados casos ser lo más apropiado. En materia de concesiones, por ejemplo, al garantizar la exposición ante los medios luego de la liberación de un rehén, nada realmente se concede, pues de todos modos ellos la lograrán. Del mismo modo, si algunos bienes les han sido embargados en la respuesta a una agresión terrorista, la liberación de éstos no nos parece desacertada.
En los países democráticos se suele tener al gobierno bajo presión en el curso de los incidentes con terroristas. En especial aquellos que duran más tiempo, como son las tomas de rehenes y los secuestros. Las libertades en los países democráticos (la de prensa o de expresión, la libertad para viajar o desplazarse, la independencia de los poderes Judicial y Legislativo), son beneficiosas circunstancias, pero conspiran contra la eficacia de los programas y políticas antiterroristas. Este dilema tiene que ser afrontado y resuelto. El terrorismo y la toma de rehenes no desaparecerán de la escena de la política internacional pero las sociedades democráticas deberán encarar inteligentemente las dificultades para reducir sus impactos.