En los Estados Unidos, como en muchos otros países, se han establecido políticas firmes contra las concesiones a terroristas. Adicionalmente, se han promulgado leyes que intentan negarles el fruto de sus labores. La idea de negociar con terroristas pareciera entonces contradictoria, pero un examen mas a fondo del asunto prueba que no es así.
La negociación de rehenes es un reconocimiento a la situación planteada por un grupo que actúa atrincherándose en un lugar y creando la necesidad de un tipo especial de negociación, distinta de las tradicionales. En estas últimas se trata de dos tendencias con intereses opuestos que tratan de ponerse de acuerdo para llegar a una solución.
Claro que en algunas situaciones una de las partes disfruta de ventajas, y basándose en ellas quiere imponer su solución (lo que los secuestradores tratan de hacer, y por eso ocultan el lugar donde tienen a la víctima). Pero aún en esos casos, la otra parte puede influir en los resultados finales. Este no es precisamente el caso frente al que nos encontramos cuando se trata de atrincheramiento con rehenes. La negociación tiene entonces un propósito y límites diferentes.
En esos casos, el diálogo entre las autoridades y los secuestradores proporciona ciertas ventajas. En la medida en que el problema se desarrolla, las negociaciones son la única alternativa deseable, ya que los otros caminos sólo son la capitulación o el uso inmediato de la fuerza.
Las autoridades podrán enfrascarse en el diálogo usando tácticas dilatorias para desgastar al secuestrador e inducirlo a una solución pacífica. En el peor de los casos, se habrá ganado el tiempo que las fuerzas de rescate requieren para planificar y operar.
Si los secuestradores son delincuentes, tendrán el deseo de salir a salvo y estarán dispuestos a llegar a un arreglo. Si se trata de enfermos mentales, es posible que sólo sea una forma de hacerse entender o ayudar. Si se trata de terroristas, la prolongación de la situación les resultará útil para muchos de sus propósitos, y mejorará las posibilidades de salir indemnes. Adicionalmente, los terroristas tienen una tremenda habilidad para negociar la forma de salir libres de estos procesos.
La motivación que pueden tener los delincuentes no requiere de un análisis muy profundo. Y si se trata de enfermos mentales, entraríamos en largas consideraciones a las que este artículo no está destinado. Entraremos a analizar sólo el caso de tener que negociar con terroristas.
Los terroristas toman rehenes ante la necesidad de tener una audiencia más amplia que la que les proporcionan las víctimas y las autoridades. Esto sólo se logra si sus acciones y demandas son ampliamente publicadas. Un incidente de este tipo, si se prolonga, ofrece a los terroristas esta publicidad. Los intereses de los terroristas y el interés temporal de las autoridades convergen para que se produzcan oportunidades de entrar en la negociación. Analicemos entonces el proceso de la negociación.