Las situaciones de toma de rehenes pasan por tres etapas. En ese sentido tienen un parecido con el juego de ajedrez. En su primera fase son como la jugada de salida. En materia de tiempo significa normalmente horas. En este lapso, el secuestrador está muy tenso, se siente fuerte y pide hasta la luna. Por eso la etapa inicial es peligrosa para los rehenes. Es el lapso en que el mayor interés del negociador es crear y conservar un ambiente de calma, y establecer una relación favorable con el portavoz de los secuestradores. Logrado esto, recién se inicia la negociación.
La siguiente etapa corresponde a las jugadas para lograr una posición. Este lapso corresponde al grueso de la negociación. El mayor esfuerzo será el de reducir progresivamente las aspiraciones del secuestrador. Al principio llevarlas a un plano realista y luego a las mínimas. El negociador debe tener paciencia y aprovechar cualquier falla para ser explotada a su favor.
En las jugadas finales, las cosas se empiezan a mover con gran rapidez. El secuestrador empieza a presionar para resolver el problema lo antes posible y la tensión crece dramáticamente. Cualquier error o confusión puede resultar trágico. Vuelve a ser una etapa riesgosa para el rehén. El negociador debe mantener la calma y hacer el seguimiento de los convenios para evitar confusiones. Si en esta etapa el negociador intensifica sus esfuerzos por crear confianza, podrá salir exitoso.
Otra comparación que se asimila a la situación de rehenes es un viaje en avión. El despegue del avión es momento corto de tensión para los pasajeros. Al entrar en la línea de vuelo los pasajeros se tranquilizan. Pero al acercarse al aterrizaje la tensión vuelve a subir y los ruidos del tren de aterrizaje y las señales de tomar posiciones para la operación aumentan los nervios de todos.
Durante cada etapa las tácticas empleables son distintas. Luego del período inicial, mientras el negociador se ha estado ocupando de establecer sus relaciones con los secuestradores, tratará de no hacer concesiones sino a cambio de contrapartidas. Este método lleva a los secuestradores a un progresivo acondicionamiento para aceptar las sugerencias y dirección del negociador y los va encuadrando en una actitud mental favorable a la solución pacífica.
La comida, el combustible y las medicinas (para un determinado rehén), pueden ser canjeadas por rehenes y el contacto con los medios de comunicación. La clave es reducir el número de rehenes y debilitar las defensas de los secuestradores.
Las siguientes tácticas han sido utilizadas en los incidentes hasta ahora conocidos:
1.- Mantener al secuestrador ocupado en detalles, tratando hábilmente de que el secuestrador conozca una serie de detalles de diverso grado de importancia es fácil desgastarlo, descontrolarlo y hacer que pierda el dominio de la situación. El negociador lo usó en forma muy efectiva en 1980 durante el incidente del Princess Gate, enredando tanto a los secuestradores en detalles sobre la solicitud y disponibilidad de un autobús que ellos habían solicitado que se logró manejar las maniobras de rescate dentro de la mayor discreción y eficacia.
2.- Usar preguntas de respuesta abierta: el empleo de preguntas que no puedan responderse solamente con un SI o un NO, obliga al secuestrador a hablar (con lo que se gana tiempo) y se lo hace preocupar. En el mismo incidente del Princess Gate, quedó demostrada la eficacia de este procedimiento con el que, además de ganar tiempo, se facilitó el empleo de las fuerzas de rescate.
3.- Evitar las confrontaciones: en el proceso de las negociaciones todo lo que tienda a calmar el ambiente es bueno. Una confrontación será siempre contraproducente. Durante el incidente del Princess Gate, Abbas Lavasani aprendió esta lección a un precio: su vida.
4.- Ignorar hábilmente los plazos: en la medida en que se aproxima el vencimiento de un plazo (ultimátum) debe llamarse la atención sobre nuevos problemas de modo que el plazo resulte descartable. Esto, si se maneja bien, convence al secuestrador de dejar vencer el plazo sin aplicar penalidades.
Una vez que el primer plazo se cumple en esas circunstancias, los demás resultan más fáciles de manejar. En el incidente de Sudán, los terroristas simplemente olvidaron el plazo que habían impuesto. Perdieron la imagen necesaria para ser severos en la imposición de los siguientes, lo cual permitió salvar la vida de cinco rehenes.
5.- Mantener el control sobre el acceso a los secuestradores: el éxito de cualquier negociación puede depender de este factor. La película Tarde de perros es citada por los especialistas como un ejemplo de lo que pasa cuando se pierde el control del acceso a los secuestradores. Este film, basado en una historia real, muestra como el acceso público al área de los sucesos convirtió el problema en un circo. Las autoridades terminaron perdiendo el control de la situación.
6.- Tratar de liberar a rehenes en cuyo favor puede hacerse algo: durante las fases iniciales del secuestro, los terroristas tienen claro que los rehenes son su moneda para adquirir ventajas. De allí que tengan la tendencia a categorizarlos en su valor como elementos de trueque. Durante el incidente de Entebbe, en 1976, los terroristas decidieron poner en libertad a todos los rehenes no judíos. Pretendieron simplificar los asuntos, pero para los israelíes facilitó la operación de rescate. Un buen negociador tratará de reducir el número de rehenes bajo cualquier tipo de clasificación que pueda tener éxito.
7.- Manipular el ambiente de los secuestradores: las comunicaciones, el agua, la electricidad y otros medios pueden ser manipulados para fastidiar al secuestrador y rebajarle su resistencia.
En marzo de 1977, el B'nai B'rith, fue tomado por el Hanafi Muslim en Washington D.C. El episodio se resolvió en 40 horas, en vista de que al jefe de los terroristas Hammas Kaalis, le molestaba mucho tener que hacer sus necesidades fisiológicas frente a los rehenes, a lo que se veía obligado en vista de que le habían cortado todos los servicios al edificio.
8.- Mantener el registro exacto de los plazos prometidos, acciones en general y todo evento de cierta importancia, para evitar cualquier sorpresa. En el incidente de Sudán los terroristas olvidaron el plazo, lo que resultó beneficioso para las autoridades. Pero éstas nunca deben permitir que eso les ocurra, cayendo en la misma situación. En el incidente de Ma'alot, en Israel, los israelíes estuvieron permanentemente atentos a los plazos y estructuraron sus respuestas en base a estos.
9.- Forzar a los secuestradores y a los rehenes a colaborar en la solución del problema: uno de los trucos es el de suministrarles comida no preparada, de modo que haya que hacerlo, lo cual les impone el trabajo de equipo. Esto puede producir una mejora de las relaciones entre secuestradores y rehenes y estimula positivamente los efectos del síndrome de Estocolmo. Esta y otras tácticas antes de ser aplicadas requieren una evaluación sobre su conveniencia en cada circunstancia. Es más fácil recomendarlas que ejecutarlas. Lo importante, de todas maneras, es que el negociador tenga a su alcance diversas iniciativas. Si probada una no resulta, puede moverse hacia otra sin mayores problemas.
Si todo va bien, el problema inmediato queda resuelto, el negociador puede ocuparse de lo siguiente y así hasta el final. Una vez concluido el proceso no debe extrañar el estado de tensión en que deben quedar él y las demás personas envueltas en situaciones como éstas. En especial los rehenes.
El período de recuperación que todos necesitan dependerá de la forma como se desarrollaron los hechos. En este lapso los supervisores y los familiares deben ayudar a todos los afectados a volver a su normalidad.
Muchos estudios han sido hechos sobre los casos de atrincheramientos con o sin rehenes, tratando en ellos de determinar las características comunes. De todos esos estudios, los expertos han podido aislar aspectos psicológicos que han estado presentes en casi todos. Sus resultados son la base para determinar las tácticas aplicables a estas situaciones
Afortunadamente, la discusión de estas tácticas no significa indiscreción alguna para los probables ejecutantes de estas acciones. Los estudios han demostrado que, a pesar de que algunos se preocupan por los aspectos psicológicos del asunto, las técnicas del manejo siguen siendo efectivas. Es más, aún en los casos en que los terroristas han tratado de tomar contramedidas, los aspectos psicológicos hacen su aparición de todas maneras.
Algunos de estos fenómenos aparecen en todas las situaciones de atrincheramiento, con o sin rehenes, y en los simples secuestros, sobre todo si son prolongados. Otros suceden en ciertos casos muy particulares. Nada de esto quiere significar que creamos que los terroristas no se ocupan del asunto. El guerrillero promedio es universitario, inteligente e innovador. Hace críticas de sus propias acciones y trata de mejorar sus tácticas.
Los expertos han notado cambios en la forma de operar de los terroristas, lo cual impone que los negociadores se mantengan al día estudiando el fenómeno. Es posible que los terroristas lleguen a hacer cambios a mayor velocidad que nosotros. La tarea del negociador será mucho más complicada en el futuro.
De todos modos, los aspectos psicológicos de estas situaciones han aparecido como constantes, y por lo tanto son explotables. En toda negociación, reconocer estos aspectos sobre la base de sus manifestaciones es una de las partes más importantes del trabajo del negociador. A continuación comentaremos algunos de estos fenómenos.