Todas las observaciones y aprendizajes en los casos donde he intervenido como fiscal del Ministerio Público se plasmaron por escrito en informes, con el objeto de que posteriormente no se volvieran a cometer esos errores. Ocurrió el caso de Terrazas del Ávila, lamentablemente con un resultado fatal. Pero luego sucedieron otros casos, como el del actor de Radio Caracas Televisión (RCTV) en el bloque uno de El Silencio, y el caso de una agencia de lotería. En ambos, se obtuvo un resultado positivo y esperado, porque sí se pudo establecer una efectiva coordinación entre las policías que permitió un buen manejo de todos los elementos presentes.
Cuando el actor de RCTV fue tomado como rehén, el primer cuerpo policial que llegó al lugar fue la Policía Metropolitana. Cuando se le notificó a la Fiscalía aún no habían llegado al sitio otros cuerpos policiales. Entonces, se coordinó con la Policía Metropolitana, mientras llegaba el experto en negociación de rehenes del Cuerpo Técnico de la Policía Judicial (CTPJ). La coordinación en este caso funcionó perfectamente y se obtuvo un resultado favorable.
En los casos de toma de rehenes, existe por parte de los funcionarios de algunos cuerpos policiales, una predisposición en relación al tiempo. Si se consideran los otros puntos referidos: el diálogo, el tipo de negociador, la autoridad, el tipo de armamento y de munición, la capacitación técnica, la coordinación policial y la comunicación, así como la experiencia aprendida en el caso del Urológico San Román, se llega a una conclusión importante: al tiempo hay que dejarlo pasar, no importa que se esté negociando por varios días. El tiempo favorece a la negociación. Por eso, en el caso San Román, uno de los principales errores cometidos fue con el manejo del tiempo.
En el caso de la agencia de lotería en la avenida Lecuna, cuando tomaron por rehenes a dos jovencitas, también hubo una efectiva coordinación entre la Policía de Caracas, PM y CPTJ. La policía que llega en un primer momento debe tomar las medidas necesarias, mientras llega el negociador del cuerpo especializado. De esta manera, se han conseguido resultados favorables.
Es conveniente mencionar otro caso que no tuvo mucha cobertura en los medios de comunicación: fue una toma de rehenes en el retén de Catia, actualmente demolido. La población reclusa se amotinó, llegó a las áreas administrativas, tomó de rehén a una secretaria y se la llevaron a los pabellones. Los presos se encerraron con la mujer. La negociación fue difícil porque se trataba de delincuentes de alta peligrosidad, quienes llevaban la voz cantante. El sitio en donde se encontraban los amotinados y la rehén estaba lleno de reclusos, en situación de hacinamiento y era prácticamente imposible que los órganos policiales penetraran o intentaran un rescate. Se desarrolló una negociación que duró unas 18 horas. Empezó a las cinco de la tarde y terminó al día siguiente con un resultado positivo: fue liberada la secretaria sin sufrir daños físicos, sólo el impacto psicológico que producen estas situaciones.
Todas esas experiencias constan en diferentes informes, y sobre ellas se debe reflexionar para sacarle provecho.
Cuando ocurre una situación de rehenes, el primer cuerpo policial que llega al sitio del suceso debe acordonar el lugar y esperar a las personas que tienen capacidad para negociar, sea un funcionario policial de otro cuerpo, de la Fiscalía o psicólogos designados para emprender la negociación. La negociación es complicada. Dar y recibir es un arte. En una negociación con rehenes una persona tiene sometida a otra, cuya vida peligra.
La negociación es un proceso delicado: quien la efectúe debe saber hacerlo bien. Existen técnicas y métodos para negociar. Cualquier persona o agente policial presente en el sitio no debe ponerse a hacerlo porque por sus desaciertos puede haber heridos o muertos.
Un buen negociador debe, en primera instancia, asumir el mando. Luego, comunicarse sólo él con los secuestradores. Si son varios los negociadores, tendrán que coordinar entre ellos. Nadie más debe participar. Si se maneja la situación, hay que asumir la responsabilidad. Así lo ha hecho la Fiscalía, por ejemplo, en casos con convictos. Cualquier elemento psicológico que se le escape al negociador, ese especialista podría detectarlo, advertirlo y seguir negociando. Cuando se actúa con ese tipo coordinación, los resultados tienden a salir bien.
Los fiscales del Ministerio Público deben garantizar la integridad física del secuestrador. En la práctica, esto será más fácil de lograr cuando no le haga daño al rehén, ya que la agresión a los rehenes pueden desencadenar la intervención armada. Cuando los delincuentes se entregan sin haberle causado mayores daños a la víctima se les garantiza una rebaja de la pena a aplicar en el proceso penal.
Un rehén debe actuar con tranquilidad. Aunque es muy difícil, la víctima debe sacar fuerzas de donde no las tenga para mantenerse en calma. No se puede poner violenta, porque va a añadir tensión a una situación de por sí extremadamente tensa y peligrosa, ya que el secuestrador es una persona inestable y presumiblemente de alto grado de peligrosidad. Una víctima que responde con violencia muy probablemente puede ser asesinada. Debe pensar en frío, hacer un poco de abstracción de la situación que vive. No es fácil, pero hay que hacerlo por su integridad física y su familia.