El secuestro es un tema delicado y complejo, no sólo por los daños humanos y económicos que se producen, sino por:
1.- Los aspectos psicológicos.
2.- Sus nexos con el nacionalismo.
3.- Las expectativas que tiene el ciudadano de los organismos oficiales.
4.- La cobertura de los medios de comunicación.
5.- La participación de otros países por: el secuestro de rehenes extranjeros; el secuestro de propiedades extranjeras, y el gobierno que debe pagar el precio de un secuestro realizado en otro país.
El ciudadano aspira a que el Estado resuelva el conflicto del secuestro con sus mejores capacidades operativas, tecnológicas y humanas, y lo juzgará y criticará únicamente por el resultado obtenido. Se aspira a que no haya heridos, y en caso de que los haya deben estar únicamente en el lado de los secuestradores. Si hay rehenes heridos y/o muertos se considera un fracaso. Por otro lado, también se considera un fracaso, la rendición sistemática a todas las exigencias de los secuestradores. Por lo tanto, la situación en sí constituye una trampa.
Debido a estas circunstancias, el manejo del secuestro y de la negociación deben realizarse por el alto mando gubernamental y los organismos de seguridad.