El análisis hecho a 781 casos registrados, demuestra que la mayoría de las víctimas fallaron en la observancia de las elementales normas de la seguridad, que se les habían recomendado. De lo contrario, se puede asegurar que la cifra total se habría reducido a la mitad.
Los ejecutivos deben ser informados de ciertas características de los secuestros a fin de atenuarles un poco su estado de tensión: los secuestros de mujeres o niños son poco frecuentes. Para los ejecutivos que viven con sus familias, eso significa disminuir parcialmente la inquietud, pues las víctimas suelen ser hombres adultos.
Otro factor que debe proporcionar alguna tranquilidad es el hecho de que, estadísticamente, aun en los casos en que la demanda de los secuestradores no haya sido satisfecha, rara vez el secuestrado es asesinado. Y, muy importante, en el 98 % de los casos la víctima ha sido dejada en libertad.
Ser secuestrado es una de las experiencias más serias y angustiosas. Las víctimas de un secuestro no saben si sobrevivirán, si van a sufrir graves daños físicos ni si volverán a la libertad. La duración de su captura dependerá de otros: los plagiarios, el Gobierno, la empresa y la familia.
Al convertirse en víctima de un secuestro, se afrontan situaciones en las que están presentes amenazas de fuerza, armas blancas o de fuego, cuyo propósito fundamental es atemorizar. En esos momentos se considera un éxito no ir al hospital o a la morgue.
La filosofía de la víctima debe ser que sus acciones y las acciones de sus captores serán las que determinen el tratamiento que va a recibir durante su captura y su supervivencia. Las experiencias demuestran que si la víctima no hace resistencia en el momento de ser capturada, tendrá muchas probabilidades de sobrevivir.
Las víctimas de un secuestro son normalmente maltratadas en la fase inicial de los hechos. El propósito de esta actitud es lograr someterlas a su control. Es posible que reciban amenazas de muerte y algunos abusos. El irrespeto es normal en la conducta de los secuestradores. Una vez superada esta etapa las cosas pueden mejorar, dependiendo mucho de la conducta del secuestrado. Las mujeres secuestradas rara vez son violadas. Debemos recordar que el propósito de los secuestros generalmente es obtener dinero, demostrar su poder ante la debilidad de un gobierno, ganarse a la opinión pública y como mínimo, hacer publicidad.
Los terroristas están normalmente nerviosos y excitados durante las primeras etapas del secuestro. La reputación de su grupo está en juego y parte de su fuerza radica en su pertenencia al grupo. Durante este lapso inicial y en ese ambiente de tensión, la víctima debe hacer todo lo posible para mantener la calma. Es esos momentos, el terrorista es capaz de matar. Cualquier intento del rehén de cometer heroísmos llevará casi con seguridad a la muerte.
En la publicación Hostage Survival Brian Jenkins demuestra que el promedio de permanencia en cautiverio es de unos 38 días. Es un lapso difícil de vivir para las víctimas y sus familiares, sobre todo porque son muchos los que piensan que eso se resolverá en cuestión de una semana o menos. El tiempo es el arma de la supervivencia y si las condiciones de salud son buenas, esperar como debe hacerlo una víctima adiestrada, le proporcionará menos malestar a ella y a sus allegados.
Es posible que, en la medida en que los días pasen, el secuestrado y sus familiares se mortifiquen cada vez más por causa de las tensiones que ello significa. Pero no deben olvidar que hay una ley, al parecer inversa en materia de secuestros: entre más tiempo logre el secuestrado sobrevivir, mayores serán las oportunidades de salir vivo y libre.