En Israel, para enfrentar el secuestro y la toma de rehenes, tanto en casos de las víctimas potenciales del terrorismo y de la delincuencia común, se establece primeramente cierto nivel de seguridad alrededor de los objetivos importantes, como es el caso de personas, instalaciones, etc.
Cuando se logra establecer un buen nivel de seguridad, éste actúa como disuasivo para los terroristas y para cualquiera de las otras amenazas de la delincuencia como robos, hurtos, etc. Al existir una fuerza central bien coordinada puede decirse que el problema se está enfocando con acierto desde su raíz.
Otro elemento sumamente importante es la necesidad de una buena inteligencia preventiva. Son grandes las ventajas cuando se cuenta con buena información e inteligencia sobre las actividades subversivas y delictivas y también sobre aquellos grupos que pueden servirles de apoyo, abierto o vedado.
Con buena información y buena inteligencia es posible disuadir a quienes estén programando los grandes actos de terrorismo y de criminalidad. Para lograrlo, es primordial la capacitación de las unidades que tendrán que actuar en los diversos niveles. Y no sólo en materia de adiestramiento, sino en cuanto a la dotación de armas y de equipos adecuados. Además, el prestigio de la organización empieza a actuar como disuasivo. La buena reputación de quien presta la seguridad aleja al agresor.
Cada una de las especialidades de esta lucha debe contar con unidades bien adiestradas para cumplir su misión. El adiestramiento y el equipo deben ser de la mejor calidad, adaptados a cada misión.
Con este esquema hemos compartido la experiencia de Israel, aunque sea evidentemente muy distinta de la realidad venezolana. Sin embargo, mediante el análisis se precisa el origen del problema y se diseña la solución, la cual debe estar apoyada en una buena organización policial y en un buen nivel de seguridad interna del país.