Los efectos o daños psicológicos que genera uno de los delitos más abominables como lo es el secuestro, están comparados con los derivados del delito de tortura (práctica proscrita en convenios y resoluciones internacionales y en la Declaración de los Derechos Humanos).
El sufrimiento, el dolor emocional y moral que produce en la víctima como también en sus familiares es de una magnitud tal que a veces parece irremediable. Todo en virtud de los procedimientos utilizados.
Para poder hablar de las secuelas psicológicas del secuestro se hace necesario tocar antes algunos aspectos que se detallan a continuación.
Para que un secuestro se lleve a cabo deben reunirse varios factores a fin de que en conjunto, propicien el ambiente ideal para la consumación del acto criminal.
Algo que hay que tener presente es que los secuestradores pueden ser personas que en su vida ordinaria simulen ser ciudadanos dedicados a un trabajo honesto, abnegados padres de familia y cumplidos esposos, pero que como actividad oculta dedican su tiempo extra a una de las actividades más bochornosas en el mundo del delito como es el secuestro.
Para estos delincuentes, el secuestro es una actividad lucrativa y rentable por lo que sus presas son bien estudiadas.
Para entender las consecuencias psicológicas de este hecho en la víctima y en sus familiares y el comportamiento del secuestrador se hace necesario señalar que el secuestro es un HECHO VIOLENTO. Por lo tanto es obligado definir en este ángulo lo que es VIOLENCIA: es una acción que busca eliminar al otro como objetivo de sobrevivencia o de ganancia secundaria, de amedrentamiento o de venganza o, por el contrario, como una estrategia para crear, mantener o mejorar una relación de gran dependencia.
En el caso de la violencia física privan los procesos que por diversas causas se relacionan con las dinámicas de la SOBREVIVENCIA. En la violencia psicológica, se desencadena una serie de realidades destructivas humanas, más concretas y particulares que en el resto de la naturaleza pues son reacciones emocionales y racionales del ser humano.
En el caso que nos atañe también es importante hacer algunos comentarios sobre la violencia y su expresión a nivel sociocultural, ligada en todos sus aspectos al área psicológica.
La sociedad se vuelve temerosa en un concepto colectivo y se retroalimenta de razones de tipo social y se fundamenta en la presencia de las diferencias que el ser humano no puede tolerar en pluralidad. En resumen, el secuestro es visto como un hecho violento.
En la búsqueda de los elementos que pueden ayudar a clarificar el problema de la capacidad de daños psicológicos de este tipo de acto violento como es el secuestro, es decir de la capacidad que se tenga para lesionar de forma mediata e inmediata la integridad de otro, se precisan entonces 5 niveles muy concretos en cuanto a las manifestaciones que puedan presentar el receptor de esta acción:
*Primer nivel: inquietud. El receptor comienza a percibir cambios en su medio ambiente que aún no concientiza como amenaza.
*Segundo nivel: ansiedad. El receptor percibe cambios psicológicos que le hacen concientizar su malestar emocional creciente sin que tenga idea de cual es la causa específica que los genera y de por qué le están pasando a él.
*Tercer nivel: angustia. El receptor tiene conciencia de un dolor psicológico evidente que tiene manifestaciones físicas asociadas (palpitaciones, sensación de ahogo, cefaleas, insomnio o hipersomnia) que pueden ir en aumento en relación a lo que le puede estar causando este desagradable estado.
*Cuarto nivel: miedo. En receptor ya tiene plena conciencia del estímulo o realidad que le está causando el daño en su cotidianidad funcional y comienza a sufrir trastornos que van deteriorando aspectos de su vida diaria.
*Quinto nivel: paralización. El receptor sufre de un bloqueo progresivo de sus actividades normales debido a un gran miedo hacia un estímulo presente y conciente. En este punto ya la dependencia por el agresor que le genera tal grado de miedo es evidente y se puede manifestar al final con un estado de pánico, terminando con un sentimiento de CAOS y DICTADURA.
Por el gran miedo que habita en los victimarios en la posibilidad de perder el poder que tienen, usan instrumentos para quitarles todos los parámetros de seguridad y autonomía a sus víctimas. Entre éstos están las bajas psicológicas. Es así como utilizan la fuerza y la crueldad para eliminar a los supervivientes. Con los independientes utilizan la descalificaciones continuas de los logros que puedan estar obteniendo. Queda el secuestro entonces como un acto de violencia social con repercusiones psiquiátricas y psicológicas.