Es común escuchar dentro y en los alrededores de los centros educativos, sean públicos o privados, estén en el barrio o en las urbanizaciones, la ocurrencia de diversos delitos que van desde el hurto, pasando por el consumo de alcohol y estupefacientes hasta el secuestro y el asesinato.
Los mismos padres, representantes y docentes hablan de este tema con cierta alarma y angustia, pues a diario escuchan de sus hijos quejas sobre el robo de un celular o dinero, por citar los hechos con menos carga penal, en las horas de entrada y salida de sus colegios.
Quizás estas estadísticas no están en los anuarios oficiales, pues muchos no hacen las denuncias ante los órganos correspondientes.
Además, otro punto que algunos critican es la poca presencia de los policías en los alrededores de liceos y escuelas.
«A veces se paran en las esquinas, pero los ves chateando con los celulares», denunció Gregorio Rivas, representante.
Buscando al policía. De nuevo ÚN salió a recorrer varias zonas entre 6:30 y 7:30 am, para constatar cómo se aprecia el tema de la seguridad en las cercanías de las escuelas y verificar si hay o no policías en las puertas de estos centros, tal como se anunció en 2009.
La realidad encontrada dista mucho de las promesas gubernamentales. El 16 de septiembre de 2009, el Ministerio de Interior y Justicia había informado que desde ese mismo día, mil 172 funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) y de la Policía Metropolitana (PM) resguardarían 586 unidades educativas en las horas de entrada y salida de estas dependencias.
Pero los ciudadanos de a pie dicen que fue una medida efectista pues eso se ve en muy pocos institutos, a no ser los grandes liceos pilotos como Fermín Toro, Andrés Bello (donde en enero de este año fue asesinada de un disparo a una estudiante), Santos Michelena, Rafael Urdaneta y José Ávalos.
En cambio, en la Escuela Experimental Venezuela (Bellas Artes) y Armando Zuloaga (Av. Panteón), no se vio ni rastro de los funcionarios.
De hecho, los representantes en las puertas comentaron que muy pocos policías se ven. «El patrullaje es a nivel de la vialidad», dijo Esmeralda Ramos.
En los institutos privados han sido los mismos padres quienes se encargan de la seguridad de sus hijos, es decir, pagan vigilantes privados en combinación con la escuela.
Y barrio arriba, como en la parte alta de las parroquias La Vega y Antímano, se está desarrollando el plan del Policía Comunal, dependiente de la Policía Nacional, un programa parecido al que hasta el 2010 venía desarrollando Policaracas en las escuelas municipales de la capital.