Policía se acerca a los vigilantes

A un funcionario de Polisucre le llamó la atención algo que se repetía en casi todos los procedimientos policiales: casi siempre había un operador de seguridad privado como testigo.
A partir de allí el comisionado Yunier Bastardo tuvo una idea que luego se convertiría en un plan piloto de la alcaldía en siete urbanizaciones: crear una red de contacto directo entre los vigilantes privados y la policía, que tiene déficit de agentes.
Desde principios de año el plan «Seguridad por Sucre» se aplica en El Marqués, Terrazas del Ávila, Lomas del Ávila, Urbanización Miranda, Los Dos Caminos, Macaracuay y La Urbina, y según los datos de Bastardo, quien es el responsable académico del programa además de Director de la Academia de Policía, se ha logrado una disminución de casi 40% de los delitos en estas zonas.
Vigilantes a la academia
Lo primero que se hizo fue diseñar un pénsum para dar algunas nociones en materia de seguridad a todos los vigilantes del municipio que quisieran acudir (se trata una iniciativa totalmente voluntaria) a los cursos de inducción que se dictan en la sede de Polisucre, en el Coliseo de La Urbina.
Se confeccionó así un plan de estudios de 16 horas en el que los vigilantes ven materias como Principios de prevención del delito, Conceptos de seguridad ciudadana, Tipología del delincuente y sus modus operandi, Estadísticas de seguridad ciudadana y aspectos legales de la misma, Nociones de comunicación en seguridad y Prevención de Riesgos.
Una vez que realizan este curso, cada vigilante recibe un teléfono dual (también puede funcionar como walkie-talkie) con el cual tienen acceso directo a la sala situacional de la policía municipal.
Bastardo resalta el hecho de que no se trata de convertir a los vigilantes en policías, sino simplemente de lograr que colaboren en lo que llama «patrullaje visual perimetral»: estar pendientes de los alrededores para notificar a la policía. Para él se trata de fomentar un nuevo paradigma: más prevención y menos represión.
Y no cree que el programa esté reñido con ley alguna, pues en ningún momento se pretende que los vigilantes se conviertan en agentes de orden público y no se les da armamento: solo se trata de que estén atentos al momento en que surja alguna situación irregular y sospechosa, y en ese momento deben hablar con la policía.
José Betancourt, supervisor agregado de este programa y quien diariamente debe hacer rondas por todas las garitas de vigilancia para mantener esta estrecha relación policía-operadores de seguridad, cuenta que lo más difícil es lograr que los vigilantes mantengan el interés en el tiempo. Por eso se ha ideado un sistema de reportes diarios (todos los vigilantes deben pasar reportes cotidianos) y también se le han dado incentivos en forma de bolsas de comida a los vigilantes que han hecho este curso y mejor cumplen con la tarea de realizar los reportes.
José Luis Molina, vigilante de Terrazas del Ávila y quien asistió a uno de los primeros cursos de inducción, cree que haber estado allí le sirvió para conocer mejor sus límites, mejorar su desempeño y estrechar vínculos con la policía.
Para Ida de Penta, presidenta de Asomacaracuay, el programa ayuda a la creación de algo que siempre ha buscado: la creación de una red vecinal. Relata que ahora todos los vecinos están en contacto con los vigilantes a través de ese teléfono que les dio la alcaldía y ellos a su vez tienen un contacto directo con la policía, marcando un solo número del móvil.
Se trata de una iniciativa tan efectiva como poco costosa, y la alcaldía aspira a que se convierta un modelo que se pueda utilizar no solo en todo el municipio sino en el país entero.

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