Los lectores de huella digital se han convertido en un dispositivo de presencia recurrente en muchas empresas, usados para la verificación de la identidad de quien hace una transacción bancaria o ingresa a distintas zonas de las instalaciones.
También los hemos visto incorporarse a computadoras y teléfonos inteligentes, por lo que utilizar la huella digital como identificación es bastante común.
Esto lleva a preguntarse, ¿cómo funcionan estos lectores? En principio, podemos diferenciar dos tipos de escáneres: los ópticos y los capacitivos.
Los ópticos utilizan la luz proyectada por diodos LED para procesar una imagen de una huella digitalcon un dispositivo similar al usado en las cámaras digitales.
El proceso de lectura comienza al poner el dedo en la ventana del lector, de forma que las crestas y los valles de la huella queden bien iluminados, para que el procesador del escáner identifique a quién pertenece la imagen.
Por otro lado, el escáner capacitivo analiza una huella usando un sensor que interpreta la lectura generada por un pequeño campo de corriente eléctrica que cambia al acercar un dedo al lector, que identifica las características de la huella y las analiza como un todo para validar la identidad de una persona.
Recientemente se ha desarrollado también la tecnología multiespectral, capaz de leer la superficie cutánea y subcutánea de la huella usando distintos espectros de luz y técnicas de polarización para resaltar las características que están debajo de la piel.
Por supuesto, que este sistema con el que todos nos hemos familiarizado es blanco de muchos ataques de suplantación, conocidos como “spoofing”.
Por esta razón, la investigación para hacer más seguros los sistemas de identificación por huella digital nunca se detiene, buscando incorporar más características únicas de cada persona, que a la vez no sean fáciles de falsificar.
Por ejemplo, los poros de la piel, que permanecen sin cambios a lo largo de los años y no varían sin importar los cambios físicos que sufra una persona. Este análisis es conocido como “poroscopia” y es usado en criminalística desde principios del siglo XX.
Este sistema es considerado al menos cien veces más preciso que la “dactiloscopia”, es decir el análisis de la huella dactilar.
En la poroscopia se tienen en cuenta variables únicas de cada persona, como la morfología, es decir, la forma de los poros (circulares, en forma de estrella, irregulares, triangulares, etc); su ubicación a lo largo de la cresta; el tamaño, que puede variar en una misma cresta; y el número, que en un centímetro de piel está entre 9 y 18 poros.
Sin embargo, el análisis de los poros no es tan sencillo de realizar como la dactiloscopia clásica, pues es necesaria una alta capacidad de procesamiento para poder analizar este tipo de lecturas, lo que implicaría costos elevados en la producción de sistemas capaces de procesarlas.
Aun así, el avance de la tecnología permitirá en un futuro cercano la aplicación de este tipo de análisis dactilar para lograr un escaneo cada vez más preciso en los sistemas de control de acceso físico y lógico, haciendo cada vez más difícil la suplantación y el robo de identidad.
Fuente: noticias.alas-la.org