Así como la psicología positiva reconoce que el bienestar del individuo está más allá de la ausencia de dolor emocional y se centra en las cualidades que caracterizan la vida plena y feliz, por analogía, pienso que la seguridad positiva sería aquella que se ocupa de las ventajas y fortalezas con las que una organización cuenta para superar sus riesgos, por encima de sus debilidades.
La seguridad positiva, más que un modelo o una estructura, es una actitud hacia los riesgos que se aprende y desarrolla como cualquier otra destreza del individuo. En los últimos años de mi trabajo como consultor he podido identificar cinco características de la seguridad positiva. Estos atributos no se presentan por casualidad, han sido parte de una visión compartida sobre la gestión de los riesgos y sus impactos sobre la gente y el negocio.
Las organizaciones en las opera la seguridad basada en fortalezas, o seguridad positiva, han alcanzado este nivel sin estar plenamente conscientes de ello, sólo se han acostumbrado al alto grado de confiabilidad y certeza que tienen las relaciones entre las personas y los procesos que allí acontecen y que les ha permitido además, identificar con rapidez cuando las cosas se salen de control.
Aquí les comento las características:
La realidad y el entorno se escucha e interpreta: no todo depende de lo que ocurra puertas adentro. Aquello que nos rodea debe estudiarse pero no para controlarse, sino más bien para entenderse y sacar el mejor provecho. Oponerse a lo que no se puede controlar es un perdida de esfuerzo, que bien puede emplearse en lo que somos realmente buenos y donde tenemos posibilidades reales de influir para transformar positivamente. En retrospectiva todo tiene lógica, el trabajo de la seguridad es que la tenga en perspectiva.
La seguridad está entramada en los procesos de la organización:cuidar que las cosas siempre se hagan correctamente, tomando todas las medidas preventivas y de protección no se considera un agregado o un requisito “fastidioso” que debe cumplirse. La seguridad es la actitud de hacer lo correcto, aunque esto implique que no siempre sea fácil.
Estímulo al pensamiento y acción previsiva: en este aspecto la seguridad se desarrolla sobre la base de la prevención. Prevenir es más fácil, más rentable y de efectos más duraderos que reaccionar. Se enseña a pensar antes de actuar y se incentiva la identificación temprana de potenciales causas de riesgo.
Obsesión por los detalles: todo proceso puede siempre hacerse más seguro, lo que se requiere es su revisión de manera continua y que exista disposición al cambio. Las pérdidas y accidentes son vistos como oportunidades para mejorar. En la seguridad positiva todo está sujeto a revisión y las pequeñas mejoras se celebran como grandes éxitos.
Gente y tecnología que se entienden: en la seguridad positiva, la tecnología opera como potenciador de las capacidades y fortalezas naturales de la organización. La gente hace sus mejores esfuerzos para sacar el máximo provecho a la tecnología disponible. La finalidad de la tecnología es en primer lugar, neutralizar amenazas y no tanto controlar a los que están ganados a la cultura previsiva. Las soluciones tecnológicas se diseñan en función de la gente y siempre como refuerzo de las normas.
Construir organizaciones con visión positiva de la seguridad es una habilidad desarrollable, que requiere el convencimiento de la dirección y la noción de que se trata de una transformación de paradigmas culturales. Ya cuando nos acercamos al primer cuarto del Siglo XXI, se presenta cada vez con más claridad, que la visión positiva de la vida organizacional favorece la relación esfuerzo – beneficio y genera el optimismo necesario para estimular el cambio. Es posiblemente como lo afirma Martin Seligman, el conocido padre de la psicología positiva; observar a otras personas hacer buenas acciones produce un estado llamado elevación, que te lleva a querer hacer cosas buenas a ti también, y sin duda, la seguridad es posible cuando nos aliamos a lo bueno.
Fuente: el-nacional.com @seguritips