No fueron necesarios demasiados días del 2015 para que la temperatura social y económica del país subiera con asombrosa rapidez. Esta agitación, se traduce en más crisis y violencia, en una población ya colmada con la inseguridad.
En un osado pronóstico de inicios de año, me atrevo a resaltar cinco aspectos que van a marcar el mapa de los riesgos en Venezuela y que sin duda tendrán un efecto importante en nuestra calidad de vida en los próximos doce meses.
Como dicen, guerra avisada no mata soldados, les muestro aquí las claves para entender la inseguridad en el 2015:
Todo vale más: en tiempos de escasez e inflación los objetos se revalorizan. Aquello que hasta hace un tiempo era considerado poco menos que basura, ahora recobra su precio y se convierte en un bien deseado, ya sea porque sirve para repuesto o porque simplemente no existen productos nuevos en el mercado. Es así, como desaparecen carros viejos y nuevos, se roban motos para sustraerles los cauchos o las baterías y hasta computadores con diez o más años de uso resultan apetecibles para los más necesitados. No subestime el valor de nada de lo que posee.
Hurto y robo a viviendas: las residencias son también el hogar de nuestros más preciados bienes. Allí acumulamos lo que más valoramos. Hoy en cualquier viviendas se encuentran televisores, laptops, tabletas, celulares, joyas, vehículos, dinero en efectivo, electrodomésticos y en algunos casos hasta armas y municiones. Todo esto representa un botín de altísimo valor para los amigos de lo ajeno. Muy posiblemente, en una vivienda de clase media se consigan hoy más valores que en una agencia bancaria y con muchísimo menos riesgo para el delincuente. Por tanto, la recomendación es que proteja su vivienda, su familia y sus bienes. Recuerde que lo que tiene usted en su casa es insustituible.
Fraude electrónico: la devaluación de la moneda, aunada a la baja denominación de los billetes, ha hecho poco atractivo y complicado el robo de dinero. La delincuencia se vale ahora de métodos más sofisticados para extraer efectivo de las cuentas bancarias. Engaños a través de correos electrónicos para que la gente suministre su información, el “cambiazo” de las tarjetas de débito en los cajeros electrónicos, fraudes y clonaciones de tarjetas de crédito, suplantación de identidades, transferencias bancarias hechas sin la autorización del dueño de la cuenta, trampas en la venta de objetos a través del comercio electrónico, son apenas algunas de las prácticas más frecuentes de estos delincuentes especializados. Esta nueva tipología del crimen es uno de los retos más grandes que tiene hoy el sistema bancario. Nos corresponde a los usuarios de la banca y el comercio electrónico hacer nuestra parte. Cuida con celo tu información. No suministres tus claves de acceso a terceros, resguarda tus tarjetas de crédito y débito, y lleva control cercano y preciso de las operaciones a través del comercio electrónico. Recuerda que las ventajas de la web son con frecuencia vulnerabilidades que el criminal explota para sacar provecho y ponernos en riesgo. La comodidad es con frecuencia, enemiga de la seguridad.
Conflictos por los servicios: la dificultad para conseguir insumos, repuestos y medicamentos viene complicando el acceso a algunos servicios que demanda el ciudadano. Ya lo estamos viendo con las baterías para los vehículos y los pañales desechables, entre otros tantos, pero quizás el más serio de todos es el derecho a ser atendido y tratado en los centros de salud. Los niveles de intolerancia y violencia que se viven en los automercados y expendios de alimentos, ya empiezan a apreciarse en clínicas y farmacias. Imaginen ustedes a un médico decidiendo a quién colocar el stent coronario que le queda frente a dos pacientes igualmente infartados. Los centros de salud deben revisar sus esquemas de seguridad y plantearse planes de acción frente a potenciales conflictos sociales provocados por el desespero de la población ante la escasez.
Infidelidad corporativa: la crisis se refleja también en la pérdida de valores entre los empleados de las organizaciones. No me refiero aquí exclusivamente al trabajador de nivel básico con poder adquisitivo muy mermado por la inflación. La deslealtad se hace igualmente presente en supervisores y gerentes, quienes ante oportunidades de recibir un dinero extra, violan normas en perjuicio de las organizaciones para las que trabajan. Es de mi conocimiento que en los últimos meses ha aumentado de forma importante el número de hurtos en las oficinas. Todo se “pierde”, desde el papel higiénico hasta laptops y celulares. Este año, las organizaciones deben hacer énfasis en fortalecer la cultura organizacional, desarrollar sentido de pertenencia e identidad y remachar los valores que guían el trabajo. Lo importante aquí es que una minoría sin escrúpulos no actúe impunemente frente a la mirada indiferente de sus compañeros de trabajo.
Quisiera para concluir, destacar que otros delitos ya arraigados en nuestro país seguirán en plena expansión, puesto que las causas que los originan siguen presentes y la acción capaz y decidida del Estado no se manifiesta con suficiente efectividad para cambiar las tendencias. Me refiero a homicidios, secuestros, extorsiones y robo de vehículos por mencionar los más comunes.
Les deseo un 2015 lleno de logros y recuerden que prevenir siempre es más barato y de efectos más duraderos que reaccionar.
@seguritips