“Bluefields ya no es igual de seguro” es la advertencia que hacen los amigos. Y es que caminar por el centro de la ciudad antes de la medianoche, ya es de alto riesgo. Desde una esquina dos o tres muchachos “piropean” para donarles diez córdobas. En la otra esquina un friolento policía se acurruca en su chaqueta mientras de reojo ve la persecución insistente de los dueños de la noche.
Una localidad donde el turismo de naturaleza o cultural es su fuerte, ha perdido ímpetu y tradición de que al menos su centro era un poco más seguro. Hoy día es parte del recuerdo que añoran los parroquianos, hoy es historia.
Una noche en León dos eficientes policías de la delegación de Guadalupe me someten a interrogatorio. Me «enchachan porque les falté el respeto», pues están acostumbrados a golpear a los detenidos cuando ya se reducen la fuerza y nadie les protesta.
Mientras que es eco público la leyenda Seguridad Ciudadana. Un concepto que encierra acciones que le competen a la Policía Nacional, quien ha promovido en coordinación con las comunidades y entes gubernamentales la ejecución de su teoría plasmada anualmente.
Esa seguridad que parte de los Planes Estratégicos hasta más allá de la protección y acompañamiento físico y legal de personas maltratadas por sus parejas o familiares.
Cuando a nivel internacional se explora un destino turístico, uno de los referentes a tomar es la seguridad policial, patrones culturales y sociales de determinada comunidad. Desplazarse por carreteras y caminos para conocer la biodiversidad y la cultura se hace con mayor placer sabiendo que el nivel delictivo es mínimo. La Policía Internacional, Interpol, ha considerado que Nicaragua tiene menor criminalidad en Latinoamérica, campaña que surge desde el año 2006. Opinión que comparten instituciones de turismo y policiales de Centroamérica.
Sin embargo, quizá por no aplicar ese Plan Estratégico y sin ser manejado a control remoto, esa Seguridad Ciudadana cada día la percibo más endeble. Cuando se conoce del atraco de narcotraficantes, o de actos públicos sin incidentes incurre en estabilidad, pero cuando se conoce públicamente que en Navidad, donde se supone que la policía vigila y los ciudadanos someramente disfrutan, aparecen muertos dos muchachos en Sutiava, León. Preocupante resulta el aumento de actos delictivos sin que las autoridades se pronuncien.
Esa Seguridad Ciudadana que se pregona por los medios de comunicación e instituciones gubernamentales, bebe concretarse no solo recorriendo las calles como “turismo policíaco», sino también presionando donde verdaderamente se origina el problema. Bien, por el trabajo que hacen en Asuntos Juveniles, pero dentro de las mismas fuerzas del orden hay partícipes directos en los vecindarios, responsables que estos cada día sean más inseguros, a sabiendas que quienes mejor conocen su territorio son los mismos oficiales. Saben quiénes están en las esquinas, los que viajan en los buses, en los parques, etc. Una vez que la policía da la cara será creíble el interés por concretizar la añorada Seguridad Ciudadana que se nos puede escapar.
Fuente: elnuevodiario.com.ni