Curemos la Violencia

En este planeta azul, mueren víctimas de la violencia, 475.000 personas por año. La buena noticia es que la cifra ha disminuido un 16% desde el año 2000, según la Organización Mundial de la Salud. En paralelo, Venezuela en el mismo lapso, ha incrementado en un 250% el número de homicidios, alcanzando en el 2014 el escandaloso número de 24.931 muertes.

La violencia en nuestra sociedad es sin lugar a dudas, un problema de salud pública. En el 2013 murieron en nuestro país tantas personas de enfermedades cardiovasculares como de homicidios. En total, ocho de cada 100 decesos los produjo la violencia homicida.

Recientemente llegó a mis manos un documento del Doctor Gary Slutkin, epidemiólogo de la Universidad de Illinois,  en el cual propone tratar la violencia como se trata a una enfermedad contagiosa. Así lo ha hecho, a través de Curemos la Violencia, una ONG que patrocina y que viene mostrando resultados muy positivos en comunidades altamente conflictivas en la ciudad de Chicago, reduciendo hastaen un 67% la tasa de homicidios y minimizando la violencia por retaliación a través de campañas preventivas.

El método para detener el contagio de enfermedades de rápida propagación está estructurado en tres etapas; interrumpir la transmisión primaria, tratar los contagios secundarios y cambiar las normas con las que tradicionalmente operan las comunidades infectadas. El mismo modelo, llevado a la violencia como fenómeno de propagación contagiosa, es el que propone la ONG del Dr.Slutkin.

Interrupción de los generadores primarios de violencia: toda enfermedad contagiosa tiene focos iniciales desde los cuales se propaga el mal. De manera similar, la violencia se activa desde individuos que lideran a través del sometimiento y el pánico, pues utilizan el maltrato como herramienta de poder. La identificación, aislamiento de la cadena de violencia y revalorización de la dignidad humana de estos emisores, son las claves de la interrupción del proceso. Para ello, esta ONG formó trabajadores sociales especialistas para la interrupción. Durante la intervención se involucran los familiares en un trabajo personalizado de rescate para posterior inserción en la comunidad.

Tratamiento de los individuos alcanzados por la violencia:el proceso de interrupción debe venir acompañado de un programa completo de asistencia en distintos planos; terapias psicológicas, apoyo socioeconómico, formación para el trabajo y enseñanza de valores. En muchos casos, los victimarios regenerados operan como excelentes terapistas, pues conocen de primera mano la dura realidad de la violencia callejera. El período de tratamiento puede extenderse hasta por 24 semanas, vigilado muy de cerca por un panel que evalúa cada caso. Asimismo y como muestra de responsabilidad social,  al programa están afiliadas varias empresas que sirven de puente en el período de reinserción. La interrupción y el tratamiento son claves en la ruptura de la cadena de “contagio” de la violencia.

Cambio de normas grupales para favorecer la resolución pacífica de conflictos y la convivencia ciudadana: así como para curar la gastroenteritis o la diarrea en comunidades de pobreza extrema es necesario enseñar a la gente a tratar el agua para hacerla potable, en los grupos tomados por la violencia deben reescribirse los códigos de comunicación, convivencia y resolución de conflictos. Se trata de aprender a vivir bajo nuevas normas de tolerancia, respeto al otro y amplitud para las diversidades. Aquí, los gobiernos locales llevan una cuota importante como principales responsables en la implantación de ordenanzas y haciendo cumplir el “contrato social” de consideración mutua entre los miembros de los grupos en riesgo.

El programa de cura ha demostrado en más de 20 ciudades en el mundo resultados exitosos, como primera acción para el control de la violencia. Sin embargo, no es suficiente, ni sustituye otros proyectos más anclados en aspectos socioculturales de las comunidades. Curemos la Violencia tiene sus principales detractores en los activistas que exigen enviar a la cárcel a asesinos y delincuentes confesos, en lugar de reinsertarlos en la sociedad sin pagar años de prisión. En todo caso, son iniciativas innovadoras abiertas al perfeccionamiento, lo importante de estos proyectos son las acciones concretas ante un epidemia que en nuestro país hace tiempo dejamos de controlar.

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