Así como el delincuente pasa por procesos cíclicos de mutación, el profesional de la seguridad está obligado a actualizar sus conocimientos constantemente.
Entre los años 60 y 70, era común en las ciudades Latinoamericanas, encontrar el “Policía de Punto”. Normalmente se trataba de un funcionario cuya elemental preocupación eran delincuentes de bajo perfil, poco especializados y conocidos por la vecindad. Los principales requisitos para ingresar al cuerpo policial eran unas condiciones mínimas de salud y en promedio, una nada exigente escolaridad.
Por otra parte estaban los detectives, con conocimientos en investigación y otras técnicas más acordes a un funcionario policial de nivel más elevado.
La participación de los ejecutivos de seguridad privada era mínima y su ámbito de acción se limitaba a aquellas organizaciones casi siempre transnacionales.
Cincuenta años después, la globalización con sus efectos positivos y negativos son una realidad en todo el continente. Así como se intercambian y adaptan modelos y prácticas de diversas disciplinas, también el delito traspasa fronteras y comparte consecuencias.
El delincuente ya no tiene un estereotipo que permita identificarlo con precisión. De aquel individuo ignorante que realizaba acciones sin ningún tipo de planificación y escaso de recursos queda muy poco. Las nuevas generaciones han mutado adaptándose al entorno y alcanzando exitosamente esquemas novedosos que les garantizan atractivas ganancias.
Es así que el profesional de la seguridad, donde ahora los que se sitúan en el ámbito privado tienen una participación decisiva, se ven obligados a mantener una constante actualización académica. Ya no es suficiente saber conducir un vehículo, manejar un arma de fuego y conocer de técnicas básicas de investigación criminal.
Ahora se necesitan profesionales con un alto nivel de especialización en alguna de las diversas ramas de la seguridad.
Actualmente se está desarrollando un Modelo de Competencias para el Profesional de la Industria de la Seguridad, con el que se busca determinar los conocimientos que debe poseer un ejecutivo globalmente competitivo. Esta iniciativa es llevada a cabo por el Apollo Education Group y la Universidad de Phoenix en colaboración con ASIS Foundation, con el soporte del Comité de Liderazgo y Desarrollo del CSO Roundtable. Allí analizamos las diversas organizaciones, sus entornos, la evolución de las amenazas globales y los aspectos culturales.
Entre las conclusiones preliminares hemos determinado entre otras, competencias de efectividad personal (Integridad, trabajo en equipo, iniciativa), competencias académicas (Básicas de seguridad y de negocios, pensamiento crítico y analítico, comunicación), competencias intrínsecas al lugar de trabajo (Planificación y organización, pensamiento innovador y estratégico, manejo de tecnologías), competencias técnicas de la industria (Gerencia del riesgo, seguridad física, gerencia de crisis, legislación, cultura y globalización), competencias en áreas funcionales (Transporte, manufactura, servicios básicos), competencias gerenciales específicas a la industria y al nivel del cargo que se ocupa.
Así como va mutando el delincuente, quien se dedica a la seguridad debe cambiar y adaptarse a las nuevas exigencias globales. Caso contrario, decreta por anticipado su fallecimiento profesional.
Fuente: @alfredoyuncoza