Cada homicidio, cada secuestro, cada robo, en general cada delito que a diario nos agrede como ciudadanos, pareciera ser un escalón más que descendemos en la casi infinita escalera de la degradación social en la que se nos ha convertido la vida a los habitantes de esta tierra.
Así como, son múltiples las causas de la inseguridad y la violencia en el país, también son las acciones que debieran emprenderse para recuperar la paz ciudadana, perdida ya, hace más de diez años. Pero, ¿ por dónde comenzar?, pareciera ser la pregunta necesaria a responder, el día que los vientos de la realidad soplen en una dirección distinta.
Voy a limitar mi análisis a cuatro aspectos determinantes para alcanzar el fin de la inseguridad en Venezuela. No son los únicos y todos están interconectados. Sin ellos, sería simplemente imposible salir de la fosa violenta en la estamos sumergidos.
Voluntad política y reinstitucionalización: todo empieza por el reconocimiento de la situación desde el alto gobierno, entendiendo que es un problema grave, de múltiples aristas, delicado y que sólo mediante aproximaciones sucesivas podemos primero contenerlo y luego resolverlo. Para esto, es indispensable tener voluntad política que asuma la reconstrucción de la institucionalidad en un nuevo marco que exprese el deseo y la necesidad de cambio. No se trata de la voluntad personal y exclusiva de un presidente o un ministro, es el sentido de urgencia nacional expresado en decisiones concretas que setraduzcan en transformaciones positivas la realidad. Es una causa que debe mover los cimientos de la nación entera, sin banderas político partidistas o ideológicas, teniendo como Norte la tranquilidad, bienestar y paz de los venezolanos. La voluntad de cambio y la reinstitucionalización del país son probablemente el objetivo de mayor interés nacional que alguna vez nuestro país le ha tocado afrontar. El verdadero progreso de Venezuela pasa por derrotar a la impunidad y depende de liberar a los ciudadanos de amenazas y de estimular la creación y mantenimiento de un ambiente propicio para el desarrollo de sus máximas potencialidades.
Estrategiasde seguridad ciudadanaconvertidas en políticas públicas coherentes: la seguridad debe estar permanentemente en la agenda gubernamental. Si de verdad se quiere superar este obstáculo para el desarrollo, el Norte de la seguridad tendrá que convertirse en una estrategia de bienestar y convivencia ciudadana, sustentada por políticas públicas coherentes y en distintas dimensiones. No puede haber seguridad si no existen entre otras, políticas decididas de confrontación y reducción del hampa, disminución de la impunidad ante el delito, control de armas de fuego en la calle, recuperación de espacios públicos, fortalecimiento del sistema policial en todos sus niveles y la reconstrucción institucional del sistema deenjuiciamiento criminal. De la misma forma, el Estado en su conjunto está obligado a (re) construir políticas deprevención del delito, programas de educación y recreación de las poblaciones de mayor riesgo y estímulo a la conformación de medios para la resolución efectiva de conflictos en los niveles primarios. Toda esta macro estrategia tiene que ser vigilada de cerca y evaluada a través del impacto a los indicadores duros y a la mejora en la percepción de la seguridad de la población.
Fortalecimiento del sistema policial, judicial y penitenciario: este aspecto es clave para la minimización de la impunidad en el país. La impunidad es una política no declarada de recompensa al delito y al delincuente. Cuando el costo por delinquir es tan bajo, no existe manera de convencer a alguien en necesidad que no lo haga. Las policías, el Ministerio Público, los tribunales y sus jueces así como, los recintos penitenciarios son las partes móviles de un sistema delicado para el control de la impunidad. El fin de la inseguridad en Venezuela está conectado directamente con la reinstitucionalización de estas organizaciones. La administración de justicia es una función indelegable del Estado, no hacerlo o hacerlo deficientemente representa para una sociedad una brecha insalvable en la ruta hacia su desarrollo. La justicia es la principal virtud de una nación que se defina como democrática.
Espacio público, espacio ciudadano: impresiona observar como las calles de las ciudades se quedan solas a las 9 de la noche. El ciudadano común ha cedido sus espacios, presionados por el hampa, que literalmente los roba para el ejercicio delincuencial. Los espacios públicos deben convertirse en territorios para el ejercicio de las libertades y potencialidades del ciudadano. Las calles limpias e iluminadas, los parques y plazas mantenidos y ocupados por actividadesculturales y recreativas, los campos deportivos comunitarios en funcionamiento pleno, son apenas el inicio de una transformación profunda. La calle es la zona común no solo para la tolerancia y la convivencia, es el terreno para el debate de ideas y para la expresión de libertades ciudadanas. Un excelente indicador para el fin de la inseguridad será la recuperación del espacio público convertido en espacio ciudadano.
Estas líneas son las primeras ideas para retomar el camino de la seguridad ciudadana en el país. Soy un convencido que los lectores tienen muchísimas iniciativas para transformar la adversidad en energías transformadoras. Si desean compartirlas, estoy a la orden para procesarlas, organizarlas e impulsarlas hacia la Venezuela de lo posible. Recuerden que una seguridad efectiva y positiva no se conforma con la neutralización de amenazas, debe también procurar un clima de certeza, paz y bienestar a los ciudadanos de esta patria.
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