Nada enseña más que el ejemplo. Modelar sigue siendo una de las herramientas más empleadas para transformar una conducta o convertir un cultura. En los terrenos de la seguridad conocemos bien el poder del buen ejemplo. La prevención, como proceso esencial de la seguridad se trasmite por la simple imitación de conductas. Usar el cinturón de seguridad, cerrar las puertas con llave o voltear a los lados antes de cruzar una calle, son comportamientos automáticos que se aprenden porque los vemos en otros y los practicamos casi por instinto de preservación.
La seguridad requiere sin embargo, otras formas mas sofisticadas de enseñanza frente a situaciones de mayor complejidad, pues exigendestrezas o competencias difíciles de desarrollar si no se estudian y practican de manera metódica y con disciplina.
Un objetivo principal de la seguridad es formar consciencia sobre riesgos. Aquí aplica el clásico modelo del iceberg; la parte visible del témpano de hielo es apenas una pequeña punta que sobresale del agua, mientras que la gran parte oculta, es decenas de veces mayor y que sólo sale a flote cuando se materializan las pérdidas. Para la seguridad reactiva, es allí, cuando se puede ver, medir y hacer consciente el alcance y la interdependencia de los riesgos materializados.
Voy a referirme aquí a tres métodos utilizados en la seguridad proactivaque incrementan el nivel de identificación y exposición a riesgos, con el propósito de desarrollar estrategias para evitarlos, mitigarlos o reducir sensiblemente sus impactos.
El estudio de casos: una forma sencilla y económica de crear consciencia sobre riesgos es observar metódicamente lo que le ha sucedido a otros. En el estudio de casos se identifican las causas que originaron la materialización de los riesgos, así como sus consecuencias. Igualmente, puede verse en retrospectiva, los aciertos y errores en el proceso de contención de impactos, incluyendo tiempos de respuesta, atención, neutralización y restablecimientode víctimas y activos afectados. Una seguridad orientada a la previsión aprende de las experiencias de otros.
La simulación: se refiere a la creación controlada de condiciones que puedan conducir a la materialización de riesgos, con el objetivo de probar los planes de contingencia y contención de crisis. Simular situaciones de riesgo acerca el aprendizaje a la experiencia real y le agrega una cuota importante del stress que forma parte del comportamiento de los involucrados en los distintos procesos que acompañan a la gestión de crisis. Es indiscutible que las simulaciones requieren una planificación cuidadosa y un monitoreo cercano de la situación creada, a fin de corregir fallas observadas e incorporar la experiencia en los modelos de actuación diseñados.
La capitalización de la experiencia vivida: la más costosa, pero probablemente la opción más efectiva de aprendizaje. Por muy eficientes que sean los programas de prevención, la posibilidad que se materialicen riesgos que impacten significativamente a personas y organizaciones, siempre está presente. De allí que, una seguridad es resiliente cuando aprende a capitalizar estas experiencias y fracasos, haciéndolas parte de su memoria y cultura de previsión. En este sentido, los procesos de análisis e investigación de incidentes y pérdidas son de obligatoria presencia en la organización funcional de los departamentos de seguridad. Asimismo, la organización debe prepararse para actuar de manera oportuna y asertiva para no perder detalles en el estudio de riesgos materializados. La seguridad por procesos sabe realimentarse tanto de lo positivo como de lo negativo, formando un círculo virtuoso en sus acciones.
Aprender seguridad es una mezcla permanente, proporcionada y dinámica de planificación, estrategia y acción. Lo importante es construir sobre lo logrado y estar siempre preparados para sumar información, conocimiento y experiencia.
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