Hurto hormiga es ese hecho silencioso y sigiloso, pero contundente, creciente y permanente, de sustraer bienes de las empresas de retail (supermercados, cadenas, farmacias, tiendas, almacenes, transportes, etc.) y de cualquier empresa, planta o depósito de bienes de cualquier tipo. Es la merma ilegal y no natural de la mercancía producida por terceros, sean clientes o empleados, que aprovechan la confianza y el factor sorpresa para llevarse ilegalmente lo que no les pertenece. La imagen de la hormiga que carga sobre su lomo más de 8 veces su peso es elocuente y grafica la situación porque representa una realidad que, al menos en Venezuela, representa una conducta anómica y masiva que se ha rutinizado (como diría Max Weber).
Tradicionalmente se llama cleptómano al que hurta por imperiosa necesidad psicológica (neurótica o psicótica). Se trata de una situación irresistible por el sujeto que la realiza, quien se caracteriza por no necesitar el producto hurtado. Es una manía obsesiva e irresistible de un ladrón solitario. También es un delito. Son muchos los casos de famosos y artistas de Hollywood que hurtan productos en farmacias y tiendas por placer, no por necesidad.
El hurto simple tiene una pena de 1 a 5 años de prisión. El llamado hurto famélico es una tipología delictiva que se produce por hambre. El código penal no establece perdón ni atenuación de la pena, a pesar de lo que han dicho algunos. En la Francia de Víctor Hugo (recordar a Jean Valjean en Los Miserables) fueron famosos los casos de gente hambrienta que hurtaba pan. La cárcel en condiciones infames era la pena aplicable.
El hurto tumultuario se realiza cada vez que se produce un volcamiento de alguna gandola con carne, cerveza, comida, etc. La gente común siente que es su derecho tomar lo que sea. Las autoridades son vistas tomando parte en el asunto o dejando hacer y dejando pasar, quedan como la canción de Shakira ciego, sordo y mudo: no ven, no oyen ni hablan. Resultado obtenido: imitación y ampliación de la conducta anómica. Igualmente, el hurto calamitoso ocurre en situaciones de desastres socionaturales y crisis humanitarias tales como terremotos, deslaves, guerras, tsunamis, motines, etc. Es el caos. Recordemos los casos del Caracazo y de Vargas luego del deslave. Implica una agravación de la pena suelen verse violaciones, robos, homicidios y lesiones. También graves violaciones de derechos humanos.
El hurto hormiga se ha convertido en gran un negocio en contra de la empresa, pero que termina violando los derechos económicos de los ciudadanos: se trata de hurtar para luego vender el producto a precio de mercado en los puestos de buhoneros o para contrabandearlo. Se distingue del bachaqueo, porque el «bachaco» compra barato por ser un precio regulado y luego lo revende caro, al precio que la gente ansiosa esté dispuesta a pagar. Se manifiesta, además, una variante del hurto hormiga desde el crimen organizado mediante bandas, colectivos, asociaciones para delinquir, pandillas y gavillas que se ponen de acuerdo para ejecutar hurtos de forma masiva.
Las pérdidas empresariales son brutales por causa del hurto de bienes de los inventarios: se estima que «en los comercios al detal en el país la merma por hurtos equivale a 1% de las ventas brutas, mientras que en las demás naciones suramericanas es de 0,1%… este delito se ha incrementado aproximadamente 20% con respecto a los años anteriores. Las pérdidas son simplemente astronómicas…»
La escasez producida por la política de colectivización de la economía, expropiaciones, el controlismo de precios y por la equivocada criminalización de los llamados «delitos de precios justos» han sido criminógenas: en lugar de prevenir y disuadir a los ladrones, han generado una conducta masiva e impune. Está demostrado que hay leyes y políticas que son criminógenas y terminan afectado los derechos fundamentales de todos. El hurto hormiga, los bachacos revendedores y el contrabando son los resultados obtenidos que perjudican directamente a las empresas, pero rebotan en el consumidor y sus derechos humanos.
Fuente: eluniversal.com