unque la terrible situación económica que vivimos en toda Venezuela ha logrado en alguna medida desplazar los demás problemas hacia un segundo plano, la inseguridad continúa siendo una de las mortificaciones más recurrentes de todos los venezolanos; y es que la seguridad, lejos de mejorar, ha empeorado durante este año hasta llegar a un punto verdaderamente crítico.
Hoy el Estado venezolano ha fracasado, o al menos se ha comprometido muy seriamente, en la consecución del primer y más esencial objetivo de todo Estado: monopolizar la violencia legítima; generando así una situación de peligro y zozobra para toda la sociedad.
Son noticias recientes los ataques que han sufrido distintos cuerpos policiales en varios puntos de nuestra geografía nacional. Apenas el fin de semana pasado, en el puente que une a Las Mercedes con El Rosal, una comisión de policías del municipio Baruta fue atacada por un grupo de motorizados que lanzaron dos granadas desde la autopista Francisco Fajardo, dejando como saldo negativo varios funcionarios heridos. De igual forma fueron atacados un puesto policial en San Juan de los Morros con una granada, un puesto del C.I.C.P.C en El Llanito con una granada y una bomba molotov, un puesto de la policía de Miranda en La Urbina también con una granada, y una patrulla de la Policía Nacional Bolivariana que recibió 18 impactos de bala en Petare. Y todo esto ocurrió en un lapso no mayor a 48 horas.
Hoy nuestro Estado da muestras palpables de debilidad a la hora de garantizar nuestra seguridad ciudadana, algo que aprovechan con cada vez más saña y descaro los delincuentes que, sabiendo que en Venezuela más del 90% de los delitos quedan impunes gracias a un sistema judicial que no funciona, se atreven ya no solo a robar sino también a atacar con armas de guerra y en plena vía pública a los funcionarios policiales.
Uno de los resultados más alarmantes de toda esta situación se puede observar con claridad en el auge que están teniendo los casos de linchamiento de delincuentes; casos que ya no solo ocurren únicamente en zonas con alta conflictividad social, sino que ahora también se están viendo en zonas donde la gente vive con mayor comodidad. Hace unas semanas, por ejemplo, se vivió en Los Palos Grandes un intento de linchamiento de unos delincuentes que fueron agarrados infraganti por algunos transeúntes que, cansados de vivir con miedo y frustrados por no encontrar respuesta a sus aspiraciones de seguridad, dieron rienda suelta a su rabia acumulada. Esto demuestra que la inseguridad es un flagelo que nos está golpeando a todos por igual, sin distinción de ningún tipo.
En medio de una realidad tan adversa y peligrosa como esta, es imperativo cobrar conciencia de nuestros deberes y derechos como ciudadanos para por un lado reclamar a las autoridades una respuesta efectiva a la hora de garantizar nuestra seguridad, y por el otro ser miembros activos en la afanosa tarea de construir una sociedad más segura para el beneficio propio.
Por esa razón como concejal he dado un paso al frente para empoderar la voz de los chacaoenses a través del Consejo de Seguridad Ciudadana de Chacao, esto con la clara intención de que puedan hacerle saber a la autoridad municipal sus propuestas y reclamos en materia de seguridad; al tiempo que he puesto a la disposición de todos la experiencia de un grupo de expertos en el área de seguridad ciudadana, para que a través de sus experiencias y consejos impartidos en encuentros gratuitos con la comunidad todos los vecinos puedan evitar ser víctimas del hampa.
Yo estoy seguro que nosotros podemos volver a vivir en una sociedad tranquila y segura, tal y como lo han logrado hacer otras ciudades de nuestro continente, pero para ello debemos poner mucha fuerza y voluntad.
Fuente: runrun.es