Secuestro: Hábitos de prevención

Ante una serie de problemas de toda índole que aquejan a Venezuela, algunos ciudadanos tenían la errada percepción que el secuestro como delito podría estar disminuyendo. Nada más alejado de la realidad. Como ejemplo, el pasado 01 de octubre en horas de la noche, con resultados fatales para ellos, un grupo de secuestradores se enfrentó con organismos policiales en la urbanización Las Mercedes de Caracas.
En Venezuela el secuestro ha tenido casos que se pueden calificar como «hitos» bien sea por su motivación política o económica. Por ejemplo, el del subjefe de la misión militar de Estados Unidos en Venezuela a principios de la década de los 60; el empresario Carlos Domínguez o el ejecutivo norteamericano William F. Niehous, quien estuvo cautivo poco más de tres años.
Hoy en día los casos de secuestro prolongado en Venezuela se han minimizado más porque han dejado de ser un negocio, que por la acción efectiva del Estado contra los delincuentes.
Un secuestro prolongado requiere de ciertos requisitos previos que justifiquen su ejecución: una labor de seguimiento que puede tomar días o meses para conocer al detalle las rutinas diarias de la víctima, un proceso de investigación que facilite información sobre las finanzas y propiedades. Por otra parte, se necesita disponer de recursos tales como varios medios de comunicación, vehículos y lugares donde mantener a la víctima durante el cautiverio. Adicionalmente se incrementa el número de participantes dada la compleja naturaleza de ese delito y la cantidad de detalles a cubrir.
Esa modalidad ha sido suplantada por otra originaria de México y Colombia, la del secuestro express. En este caso, un número mínimo de delincuentes (en promedio cuatro) salen a las calles literalmente a «cazar gente». Para ello, determinan de acuerdo al perfil (imagen) y otras señales, cuál es la víctima que será abordada. Tratan de evitar niños muy pequeños o personas de avanzada edad o con evidentes problemas de salud, los cuales van a entorpecer el desarrollo de las operaciones.
Normalmente los delincuentes no disponen de espacios donde mantener cautivos, aunque se ha tenido conocimiento de lugares donde aguardan por breves períodos de tiempo. El objetivo fundamental no es ganar grandes cantidades de dinero en largos períodos de tiempo. La idea es una negociación de horas con menores sumas, pero que pueden ejecutar con mayor frecuencia durante la semana o el mes.
Las cifras que solicitan para el rescate se inician con montos altos que al ser negociados pueden llegar a acordarse al final en algunos bolívares, moneda extranjera y hasta equipos electrónicos de gama alta.  Sobre este punto cabe destacar que los delincuentes también monitorean el mercado y están conscientes que les es más útil un grupo de prendas de oro y piedras preciosas u otros objetos de valor, que fajos de billetes que son sólo eso… volumen.
Ahora bien, ¿qué determina que el delincuente seleccione a una víctima específica entre un grupo? Las señales que esa víctima da consciente o inconscientemente sobre su poder adquisitivo, o a lo que con frecuencia llaman «perfil alto».  Esas señales pueden ser el vehículo, la ropa de marca, relojes y joyas, o lugares que frecuenta. Pero no todo queda en el perfil, los hábitos son fundamentales.
En una oportunidad un industrial me preguntaba: «¿Quiere decir que si llevo más de 30 años forjando la solidez de mi empresa, no puedo adquirir un vehículo rústico de lujo? ¿No me lo merezco?». Mi respuesta: «Claro que se lo merece, como también tener una larga vida y no convertirse en objetivo evidente para los delincuentes. Usted vive en Caracas, ciudad que ha sido calificada como la segunda más peligrosa del mundo, y en Venezuela donde la impunidad ronda el 97%. Vivir en este país tiene  costos a pagar, entre ellos: fomentar la sencillez y evitar la ostentación».
El mantener los mismos hábitos de hace años atrás cuando los niveles de inseguridad en Venezuela no eran los actuales, no favorece en absoluto a los ciudadanos. Por el contrario, los perjudica ya que el delincuente sí evoluciona y se va adaptando al entorno mejorando las condiciones para sus negocios.
En el triángulo del delito, las motivaciones y recursos para actuar contra sus víctimas están bajo dominio del delincuente. Pero la oportunidad para concretar la transgresión, la cual es el factor de éxito, está bajo control del ciudadano.
Se hace necesario analizar los hábitos, las costumbres, el entorno, las rutinas y todo aquello que pueda pasar inadvertido, pero que para el delincuente son oportunidades.  El aprendizaje debe ser en conjunto: familia, compañeros de trabajo, comunidad en general.
Si usted asume ser un testigo que contempla su entorno, de seguro es cuestión de tiempo para que forme parte de las estadísticas. Evite ser víctima participando activamente en su seguridad y la de su comunidad.

@alfredoyuncoza