Sam Peltzman es un economista de la Booth School of Business de la Universidad de Chicago; ha escrito trabajos sobre la relación entre el sector público y la economía privada, regulación gubernamental, organización industrial, análisis económico de votantes y legisladores, entre otros.
En 1975, Peltzman escribió un artículo para el Journal of Political Economy, titulado “The Effects of Automobile Safety Regulation” en el que expuso una tesis cuando menos, polémica: las muertes por accidentes de tránsito serían 20% mayores si los fabricantes de autos no estuvieran obligados a instalar dispositivos de seguridad (frenos ABS, cinturones de seguridad, etcétera).
El llamado “efecto Peltzman” es sólo un aspecto de la teoría psicológica de la adaptación conductual. Se trata del concepto de compensación de riesgo, que expone que las personas ajustan su comportamiento en respuesta a un nivel de riesgo determinado: son más cuidadosas cuando advierten un gran riesgo e imprudentes cuando se sienten más protegidas.
Las investigaciones de Peltzman sugieren que al instalar sistemas de seguridad en los coches, las automotrices preservan las vidas de los conductores a expensas de transeúntes que mueren atropellados y heridos por accidentes no fatales; dichas consecuencias se denominan: “peligro moral”.
En el mismo sentido, Gerald J. S. White, profesor de la Queen’s University at Kingston, formuló la hipótesis de la homeostasis de riesgo que postula que las personas maximizan sus beneficios comparando los costos contra los beneficios de una conducta prudente o imprudente como lo indica la siguiente tabla:
El “efecto Peltzman” en la seguridad
El estudio de Peltzman concluye que la legislación que normaliza la inclusión de elementos de seguridad en los vehículos no ha contribuido con una baja significativa de los índices de mortalidad por accidentes de tránsito. Asimismo, las regulaciones han tenido como efecto principal preservar la vida del conductor y transferir el riesgo a los transeúntes y terceros debido a una conducta más temeraria. En definitiva, las leyes de tráfico han evitado más accidentes; pero no más muertes.
La aplicación del “efecto Peltzman” ha influido en campos diversos. Por ejemplo en el deportivo ha observado que el uso de cascos en competencias de esquí o paracaidismo no ha reducido significativamente los accidentes. Por otra parte, en lo que concierne a la salud pública, la distribución de preservativos para contrarrestar el contagio de VIH/SIDA, lejos de lograr tal objetivo ha generado una conducta desinhibida y riesgosa.
En nuestro campo de seguridad, entender dicho efecto otorga una ventaja significativa a la hora de diseñar sistemas de protección física. La consecuencia no deseada de un adecuado diseño y ejecución de sistemas de protección física es justamente la conducta temeraria del usuario final.
Un ejemplo de un caso real es el de un propietario de una casa en un barrio privado que dejó colocada la llave de la puerta trasera de su casa. Si bien el perímetro del barrio estaba asegurado, un intruso logró vulnerarlo e ingresar sólo en esa vivienda.
Es sabido que ningún sistema es 100% eficiente contra un hecho delictivo, con lo cual es necesario educar al beneficiario de seguridad para que desde su lugar pueda contribuir con su propia protección.
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