A la capacidad de manejar positivamente los sentimientos propios y de terceros se le conoce como Inteligencia Emocional, y es una habilidad desarrollable de la persona.
Para la seguridad, la inteligencia emocional es una competencia clave que debe poseer todo aquel aspirante a posiciones de liderazgo.
La inteligencia emocional forma parte del conjunto de habilidades que definen al modelo resiliente de liderazgo y que integra junto a las “inteligencias” práctica y social, la triada necesaria para la gestión de la seguridad en las organizaciones.
Un gerente de seguridad emocionalmente inteligente se caracteriza porque frentea situaciones definitorias o de crisis se maneja con racionalidad, sin fracturarse ante presiones. Además, la inteligencia emocional estimula la interacción con su equipo, generando en su entorno un halo de sensaciones positivas y confianza que trasciende lo meramente profesional. En la administración de riesgos es imprescindible controlar las inclinaciones irracionales hacia el pesimismo, por el contrario, debe imponerse una dosis equilibrada de optimismo en climas de adversidad ya que en escenarios límite, la visión y opinión del líder de la seguridad inclina la balanza para la toma de decisiones.
Los equipos de seguridad emocionalmente inteligentes son innovadores, buscan soluciones fuera de lo común, evaden la monotonía y aprenden continuamente, sobre todo cuando se trata de reveses, de los que pueden capitalizar experiencias. Dos características muy interesantes de este tipo de inteligencia radican es la visión ganar-ganar y la capacidad flexible para la adaptación a nuevas situaciones.
El líder de seguridad con inteligencia emocional consigue fórmulas de éxito en toda negociación. Las relaciones ganar-ganar se fundamentan en el reconocimiento entre las partes y la empatía al momento de la toma de decisiones. Para la seguridad, los acuerdos forzados, impuestos o desequilibrados son fuentes de conflictos futuros, generan resentimientos difíciles de sanar y medran las bases de la convivencia como factor clave para la paz y la tranquilidad. Es así, como en los arreglos en los que se distribuyen los beneficios, se estimula la acción positiva y creadora de las partes y se construye una consciencia de cuerpo en los equipos de trabajo.
La adaptación al entorno es quizás la fortaleza más relevante del líder emocionalmente inteligente y se enmarca en las competencias del modelo mental resiliente de la seguridad. Específicamente, en la seguridad definida como positiva, La realidad y el entorno se escucha e interpreta. No todo depende de lo que ocurra puertas adentro. Aquello que nos rodea debe estudiarse pero no para controlarse, sino más bien para entenderse y sacar el mejor provecho de ello. Oponerse a lo que no se puede controlar es unapérdida de esfuerzo, que bien puede emplearse en lo que somos realmente buenos y donde tenemos posibilidades reales de influir para transformar positivamente. Evadir la realidad o ignorar el entorno, en lugar de proteger a la organización la expone a mayores riesgos. Construir grandes muros alrededor de la realidad aísla a la seguridad, restándole una de sus virtudes más importantes que es la capacidad de anticipación frente a potenciales amenazas. Daniel Goleman, periodista y escritor norteamericano, ya lo señaló en su reconocido libro Inteligencia Emocional (1995); “en un mundo tan cambiante encontramos que la flexibilidad, la capacidad de adaptarse al cambio es más importante que la experiencia.”
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