Infancia, derechos y violencia cotidiana

El pasado mes de diciembre,  una cadena inglesa de noticias elaboró un video donde unos mellizos de 11 años de edad, comentaban sobre las situaciones de inseguridad del lugar donde vivían, en un sector de favelas conocido como el Complejo de Maré (Río de Janeiro). Al escucharlos se puede evidenciar las coincidencias que tienen con otros muchos niños latinoamericanos. Cómo las guerras entre bandas de delincuentes ocasionan la suspensión de las actividades escolares. La opinión que tienen de unas fuerzas policiales no son de aliados a su seguridad, sino de corruptos que al efectuar allanamientos les roban sus pertenencias. Los espacios públicos son considerados altamente peligrosos y, por tanto, prohibitivos para ellos, lo que los obliga a mantenerse encerrados en los límites de su muy modesta vivienda. Desean vivir en otro lugar donde el consumo de marihuana, cocaína o crack no sea algo común en las calles.
En otra parte del mundo, Andrej Serenko, experto del Centro de Estudios del Afganistán Moderno en Moscú, informa que en la provincia de Kunduz los talibanes mantienen un campamento de entrenamiento para practicar atentados. Allí durante un lapso que puede variar entre uno y seis años, niños de aproximadamente siete años de edad aprenden a instalar minas en las carreteras o a ser terroristas suicidas. Se les selecciona debido a que por su condición, se ganan más fácilmente la confianza de quienes serán sus víctimas. Muchos de los chiquillos mueren sin siquiera saber el papel que cumplen en el conflicto.
Cuando se menciona el nombre de Alan Kurdi, con casi total seguridad nadie podrá identificarlo. Pero se trata del niño de tres años de edad cuyo cuerpo sin vida apareció en septiembre del 2015, en una playa de Turquía. Su imagen de volvió viral y dio la vuelta al mundo. Había muerto ahogado junto a otros miembros de su familia, los cuales ocupaban una embarcación que se hundió camino a Grecia. Todos buscaban escapar del conflicto bélico que asola a Siria.
En México, según cifras de la Procuraduría General de la República, desde el 2012 al 2015 bajó el número de cinco a dos cada día, los menores que fueron detenidos por estar incursos en delitos. Lo que a primera vista se puede ver como un éxito, es opacado al determinarse que antes, las causas de detención obedecían en su mayoría a infracciones por posesión de drogas y ahora se trata principalmente por violar la Ley de Armas de Fuego y Explosivos. Este cambio podría ocasionarlo la mayor participación directa que le está dando el crimen organizado a los menores de edad en actividades violentas.
Cuando se analizan todos estos casos más allá de su ubicación geográfica, entorno político o económico, podemos determinar fácilmente cómo se han vulnerado los derechos de los niños.
En 1989 se llevó a cabo la Convención sobre los Derechos del Niño donde se aprobaron los siguientes principios fundamentales:
Interés superior del niño: Cuando las instituciones públicas o privadas, autoridades, tribunales o cualquier otra entidad deban tomar decisiones respecto de los niños y niñas, deben considerar aquellas que les ofrezcan el máximo bienestar.
Participación: Los niños, como personas y sujetos de derecho, pueden y deben expresar sus opiniones en los temas que los afecten. Sus opiniones deben ser escuchadas y tomadas en cuenta para la agenda política, económica o educativa de un país.
No discriminación: Ningún niño debe ser perjudicado de modo alguno por motivos de raza, credo, color, género, idioma, casta, situación al nacer o por padecer algún tipo de impedimento físico.
Supervivencia y desarrollo: Las medidas que tomen los Estados Parte para preservar la vida y la calidad de vida de los niños deben garantizar un desarrollo armónico en el aspecto físico, espiritual, psicológico, moral y social de los niños, considerando sus aptitudes y talentos.
Así mismo, se aprobaron los derechos universales de los niños:
Derecho a no ser maltratado: incluyendo aquí matrimonios forzados, esclavos sexuales, niños / soldados.
Derecho a no ser obligados a trabajar
Derecho de asociación y derecho a integrarse, a formar parte activa de la sociedad en la que viven.
Derecho a ser escuchado
Derecho a una alimentación cada día
Derecho a una familia
Derecho a la educación y a jugar
Derecho a la atención de salud preferente
Derecho a tener un nombre y una nacionalidad
Derecho a no ser discriminado
Si los Estados, las instituciones públicas y privadas, los ciudadanos y las comunidades velan por los derechos de los niños, no solamente están participando activamente en mejorar su calidad de vida, sino en hacer de la violencia un estado de excepción en la vida del menor, no una cotidianidad. No debemos olvidar que la indiferencia es tan cómplice como la acción directa que motiva a los niños a ser protagonistas. Una vez que están inmersos en ese mundo pasarán a ser víctimas o victimarios y en ambos roles nadie es un ganador.
Twitter: @alfredoyuncoza